MORELIA, Mich., 15 de mayo de 2018.- La cifra de comerciantes informales que operan en el primer cuadro de Morelia ha aumentado en un 122.22 por ciento entre 2001 y 2018, estimó Alfonso Guerrero Guadarrama, presidente de la Asociación de Comerciantes y Vecinos del Centro Histórico (Covechi).

Refirió que en 2001, fecha en que se elaboró el bando municipal que restringe la actividad mercantil en las calles del primer cuadro de la ciudad, se definieron 900 comerciantes ambulantes, semifijos e informales que contarían con tolerancia para operar de manera permanente en la zona o  en fechas festivas.

Para 2018, la cantidad de oferentes en estas condiciones se elevó a 2 mil personas, lo que implica un repunte del 122.22 por ciento en los últimos 17 años, precisó Guerrero Guadarrama.

El presidente de la Covechi mencionó que la presencia del comercio informal en las calles de Morelia, específicamente durante la celebración de festividades y en espacios delimitados por la autoridad, “estaría bien, si no hubiera crecido el número de vendedores en más del doble desde 2001”.

Cuestionado en torno de las causales de esta tendencia al alza, Alfonso Guerrero señaló que se ha detectado una población creciente en el período citado que busca obtener en la zona centro de la capital michoacana su sustento, debido a la alta afluencia de paseantes y turistas que reporta el área.

Además, expresó que no descarta la Covechi la posibilidad de emisión irregular de tolerancias para comerciantes informales, ya que “no puedo explicar cómo trabajan los ambulantes sin tolerancia a un lado de los inspectores de la Dirección de Mercados, sin que estos intervengan”.

Declinó establecer la responsabilidad de este aumento del comercio informal en el Centro Histórico de Morelia, si bien pidió a las autoridades municipales la revisión de las tolerancias otorgadas y de la labor de inspección efectuada para garantizar que no se incurre en inconsistencias.  

Afirmó que el comercio informal no tolerado que subsiste en Morelia no solo es competencia desleal para los oferentes formales, sino que daña la imagen de la ciudad como destino turístico, lo que desde su óptica es el más grave efecto de este fenómeno.