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MORELIA, Mich., 23 de marzo de 2015.-Depredados, mancillados, ultrados, los mil 132 edificios históricos del centro de Morelia, subyacen al maltrato de grupos sociales, de vándalos, del tiempo, pero lo más paradójico: a la ambición de sus propios dueños.
Solamente en los últimos años, un 10 por ciento de ellos, se encuentran al punto del derrumbe, de la extinción, por descuido, abandono. O simplemente por replantear su valor catastral.
Todo el Centro Histórico es una “mina de oro”, cuya plusvalía, en comparación con los nuevos complejos del sur de la ciudad, no tiene parangón.
Simple y sencillamente en este espacio lo que cuenta es el valor histórico y arquitectónico. Es como el oro: nunca baja, nunca pierde su valor.
Empero, advierte el delegado estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Jacinto Robles Camacho, el peor enemigo no es el tiempo ni el desgaste, sino la ambición desmedida del uso de sus espacios.
Y ahí están: son hoteles, cafés, bares, antros, quienes no quieren respetar la norma.
Y es que en aras de detonar la “industria sin chimenas”, del crecimiento turístico, los empresarios atentan contra fachadas, azoteas e interiores de los edificios históricos.
El delegado afirma que no esta peleado el desarrollo turístico ni el crecimiento con la ley, con el respeto a la norma.
Sin embargo, ello no es así: la mayoría de los negocios han montado toldos sobre las fachadas, pese a que la Ley de Monumentos Históricos lo prohíbe. Por increíble que parezca, sólo un negocio está regularizado en este tema.
“Hay una agresión visual y no se respeta la norma que exige montar toldos desmontables”, lamenta el funcionario.
De hecho, la mayoría de los casos se ventila en los tribunales, mientras tanto el crecimiento de negocios sigue en perjuicio del patrimonio histórico.
Hace falta alinear las políticas: por un lado mientras el Instituto Nacional de Antropología e Historia se convierte en paladín de la Ciudad de la Cantera Rosa, el ayuntamiento permite el establecimiento de más centros de esparcimiento en la zona centro.
Paradójico: ayer la lucha era contra los ambulantes, ahora contra restauranteros y hoteleros que se han adjudicado espacios de los morelianos.
Ahí están los portales como muestra.
No hay una ley que clarifique la propiedad real de sus pasillos, hoy invadidos por mesas, trovadores, meseros, indigentes, vendedores, cafés, cerveza.
Pero también es necesario reclasificar: son los espacios de convivencia y tiempo de los morelianos, otro hora confiscados por el temor impuesto por la delincuencia organizada.
“La necesidad del propietario es más ambiciosa de lo que se quiere regular”, acusa el funcionario.
Aún así, afirma que “las ciudades son vivas, pero ello no justifica que esto se de sin moderación”.
Asegura que a la larga, muchos de los edificios históricos, convertidos hoy en centros de esparcimiento, tendrán un deterioro.
“El sonido, las vibraciones el sobrepeso, en el caso de los bares en las azoteas, y otros factores, tenderán a ello, irremediablemente”, alertó.
Robles Camacho manifestó que el sector turístico puede seguir avanzado, pero en un marco de conciencia, con medidas que regulen el uso adecuado de los edificios históricos.
Patrimonio e Identidad.
Michoacán registra más de 2 mil sitios arqueológicos, y muchos más sin explorar.
Eso es apenas una cuarta parte de lo que pudiera encontrarse en zonas de difícil acceso.
Ahí están el centro ceremonial de las Yácatas, en Tzintzunzan, antigua capital del imperio purépecha, Ihuatzio, las pirámides de Tingambato, Huandacareo, Tres Cerritos y el complejo de San Felipe de los Alzati.
Además, el Instituto Nacional de Antropología ubica 5 centros de Monumentos Históricos: Morelia, Acuitzio del Canje, Tlalpujahua, Pátzcuaro y Uruapan.
En todos ellos, el crecimiento de las mancha urbana prende las alertas del riesgo evidente de la pérdida de la historia.
“De no regularizar y normal, a través de los municipios, los esquemas de operación del uso de los edificios históricos, veremos una pérdida del patrimonio histórico más acelerado que lo previsto”, indica Robles Camacho.
Y es en Morelia donde al deterioro de este patrimonio es más acentuado.
Doctor en geoquímica, el delegado federal señala que la reparación de cada metro cuadro que es dañado por el grafiti que realizan los grupos sociales sobre fachadas de la avenida Madero es variable.
Lo cierto del caso, es que cuando normalistas o maestros de la Coordinadora de Trabajadores de la Educación acuden al aerosol negro, los daños contra la cantera son más profundos y, en consecuencia, los trabajos de reparación son costosos.
Morelia, cuna de la nueva izquierda mexicana, forjadora del movimiento independentista y hospedaje de la derecha, se encuentra dañada, herida.
Solamente durante 2014, la secretaria de gobierno daba cuenta de más de 600 marchas de diversos movimientos sociales.
“Tenemos el balance de que durante 2014, se realizaron 2.5 marchas por día en la capital del Estado”, revela el perredista y exregidor moreliano, Juan Carlos Barrragán
Morelia es el eje político, económico y social de la entidad.
De enero a la fecha, el menos son tres por semana, solamente de maestros y estudiantes.
Aquí, la manifestación social es el pan nuestro de cada día.
La vox populli conoce la avenida Madero, la principal, la que confluye al Centro Histórico y a las sedes del Ejecutivo y Legislativo, como “La Borracha”, porque siempre está tomada.
Y no es por la falta de respuestas gubernamentales. Es la naturaleza de una entidad dinámica, pero atrasada, escenario de granadazos, violencia y corrupción.
Hace días, la Fundación IDD-MEX, en conjunto con la Coparmex, aseguraba que Michoacan, junto con Guerrero y Oaxaca, son las entidades con un crecimiento pobre, el más pobre del país.
Ello genera el caldo de cultivo para la movil social, que es variable, diversa y difusa.
Temas como Ayotzinapa y las reformas estructurales, son el motivo de la manifestación, que en cada marcha deja su sello en fachadas y puertas de los monumentos históricos.
Hoy, el INAH trabajo en una metodología para revertir los daños a la cantera.
Especialistas elaboraron una mezcla de materiales para fijarla a las partes bajas de los edificios. El objetivo es que las pintas se impregnen a la mezcla y esta pueda ser retirada con mayor facilidad sin rapar la cantera.
El primero de ellos será Palacio de Gobierno, pero para iniciar se necesita que los grupos sociales sean respetuosos de la arquitectura, que asuman conciencia.
Algo difícil de lograr con normalistas y maestros democráticos.
Aún queda en la mente de los morelianos la agresión realizara contra la quema de la puerta del Palacio de Gobieno.
Paradójicamente, las huestes magisteriales eran encabezadas por el hoy candidato del PRD a la alcaldía moreliana y senador con licencia, Raúl Morón Orozco.
Antorcha en mano y a puntapiés, el perredista, junto con una turba de maestros, arremetieron contra el emblemático portón. Los daños fueron severos, pero, por fortuna, reparados.
Con 22 años de experiencia en arqueometria, Robles Camacho acepta que la institución no cuenta con el personal y los reclusos suficientes. “Hacemos lo humanamente posible por fortalecer la preservación del patrimonio. Pero los hechos nos rebasan. No hemos podido iniciar la rehabilitación del Palacio de Gobierno, porque las marchas son sistemática, día a día”.
Para el delegado, el problema de conciencia y falta de conocimiento del valor histórico de los edificios.
“Tenemos que atacar el fondo del problema. Y eso es con una campaña de concientizacion”, indica.
Y ya se echó manos a la obra. En los próximas días, especialistas del INAH acudirán a las escuelas normales para dar conferencias informativas a los estudiantes.
El objetivo no es inhibir la incensante protesta estudiantil, ni limitar la libertad de manifestación; se pretende que la manifestación no dañé al patrimonio histórico.
“Estamos en un país de libertades, pero también de leyes. Y a ellas tenemos que ceñirnos. No se puede afectar un patrimonio que es de todos”.
Otro mecanismo de contención es impulsado por el sector privado.
El Comité de Vecinos y Comerciantes del Centro Histórico ha exigido que la 72 Legislatura saque de la congeladora la ley que reglamenta las marchas, manifestaciones y plantones.
“Han sido timoratos, cobardes y han dado la espalda a los morelianos. No hicieron nada para frenar el deterioro del Centro Histórico”, acusa el líder del organismo, Alfonso Guerrero Guadarrama.
El cierre de comercios en Centro Histórico es de más de 500 establecimientos o en los últimos años y unos 9 mil empleos perdidos.