MORELIA, Michoacán. 31 de marzo de 2016.- Rubén Morelos está colocando su mercancía y arreglando las revistas, acaba de abrir el puesto de periódicos que atiende en el jardín de Las Rosas, son las once y media de la mañana, “Ahorita estoy abriendo a las once porque no hay gente, como están de vacaciones, está muy solo” dice como justificándose por la hora.

 

Rubén cuenta a Quadratín que lleva menos de 30 años trabajando en eso, “empecé vendiendo el periódico de chiquillo allá por la vía cerca de Tres Puentes, era voceador, tenía como nueve o diez años, recogíamos tempranito el periódico en la calle Quintana Roo, antes se vendían cerros de periódicos, después llegué a un puesto en Carrillo, luego a otro en el mercado Independencia, puse un puesto en Camelinas, después en San Francisco, y ya finalmente aquí”

 

Platica que todo se inició con sus hermanos, pero ahora él es el dueño de su propio negocio, “mucha gente me dice que si no les vendo el puesto, pero luego a mi quién me da trabajo, dice sin parar de preparar su puesto para la venta del día.

 

“A mis hijos no les gusta mucho esto, pero está bien que le echen ganas al estudio, que hagan una carrera y no estén aquí todo el día, porque también luego es aburrido, enfadoso” dice el comerciante quien tiene una esposa y tres hijos. Afirma que a él sí le gusta su trabajo, le gusta ser comerciante.

 

“Las revistas de chismes de televisión como TV y Notas o TV y Novelas,  las revistas de manualidades, porque todavía hay personas que les gustan las manualidades. También se vende mucho Proceso, que es de política. De los periódicos nacionales La Jornada y el Universal, y del estado pues La Voz. Los niños se llevan lo de colorear y los cómics” dice Rubén, en referencia a lo que más se vende en su puesto. Se acuerda que dos otres veces no hubo periódico, porque el gobierno lo recogió por alguna nota que no les convino dar a conocer.

 

El comerciante de periódicos y revistas vende también dulces y cigarros que le compran sobre todo los que están en los cafés, también vende literatura.

“Tratamos de meter libros, la gente sí trata de leer pero se les hacen caros, y eso que aquí están un poquito más baratos, si los libros estuvieran más baratos la gente leería más” señala.

 

Su rostro se transforma cuando explica cómo ha modificado su trabajo el uso de la tecnología, “el nacimiento del internet ha bajado la venta bastante, porque todo lo bajan, o lo leen ahí. Antes se vendían cerros de periódicos y cajas de revistas, pero las revistas cuestan 40 pesos, lo de una comida”.

 

Cuenta que en días normales, que no hay vacaciones, abre de las diez de la mañana a las diez de la noche. Dice también que paga al municipio una cuota mínima, 500 pesos cada dos meses. Vuelve a decir que le gusta mucho su trabajo, y la entrevista se interrumpe por la llegada de unos clientes que le piden una revista.