Cuenta Fiscalía Especializada Anticorrupción con 130 carpetas en trámite
PARACHO, Mich., 4 de junio de 2022.- “Con el corazón en la mano le pedimos al pueblo de Paracho, a su presidente, a los organizadores del festival de globos, al expresidente Nicolás Zalapa, a que nos ayuden a localizar a nuestros hijos”, señalaron en entrevista con Quadratín, las madres de Luis Enrique Castañeda y Diego Antonio Maldonado, quienes junto con Ana Belén Sánchez Mayorga, fueron desaparecidos hace cerca de 10 años, en el marco del Séptimo Festival de Globos de Cantoya de este pueblo de guitarras.
Invitados por el entonces Consejo Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación, para coordinar un taller de ciencia para niños, centrado en la física del ascenso de globos de Cantoya, los jóvenes profesionistas fueron levantados una madrugada de julio de 2012, del Hotel Santa Fe, a unos pasos del monumento de cobre a la guitarra.
Hasta hoy, “todo está igual, como desde el principio, sin ningún avance”, comentaron en entrevista colectiva, Laura Beatriz Castañeda y Alicia Guadalupe Nava, madres de Diego Antonio y Luis Enrique, quienes informaron también de la muerte del padre de Ana Belén, y del estado de grave enfermedad de su madre.
Sin novedades, que ilustra lo ineficaces que han sido las instituciones, incluidas las comisiones nacional y estatal de derechos humanos, tanto en este como en los miles de casos de desaparecidos, es que, a casi un año de haber viajado a la “reconstrucción de hechos, que solo fue un teatro”, los gastos de ese traslado que habían sido comprometidos por el Registro Nacional de Víctimas, RENAVI, aún no les han sido reintegrados.
En la reconstrucción de hechos “quisieron que reconociéramos que nuestros muchachos estaban muertos, y que los responsables de ello, unos señores apodados El Güero y El Pájaro, habían sido asesinados”, por lo que ya no habría que buscar más. Pero las madres recuerdan que en el voluminoso expediente hay testimonios, incluidos los de propietarios del citado hotel, de que los ejecutores de la desaparición fueron policías municipales, quienes permanecieron por más de dos horas de esa madrugada, limpiando las evidencias en el inmueble, y por eso, pidieron al expresidente municipal, “que diga por favor todo lo que sepa”, pues el cuerpo de seguridad dependía de su autoridad.
“Hacemos un llamado a los niños que estuvieron con ellos durante tres días, y que ya deben ser todo unos jovencitos, para que nos ayuden” a encontrarlos, “como sea, donde los hayan dejado, como estén, pero queremos cerrar ya esto”, dijeron.
Incluso, señalaron que en los próximos días, harán llegar una formal petición a los organizadores, tanto de Paracho como del derivado festival de globos de Pátzcuaro, para que ambas celebraciones recuerden, en su próxima edición, que hace 10 años sus hijos estuvieron como colaboradores del festival.
El peor de los dolores
“A nadie se le desea tener un hijo desaparecido, es el peor de los dolores del mundo”, dijo Laura Castañeda. Y es que han sido casi 10 años de sufrir lo indecible, entre esperanza y frustración, deseo de vida y presencia de muerte. Por eso pidieron ayuda del pueblo de Paracho, de quien sea que sepa algo, para cerrar este vacío andante en que viven.
Y es que nadie merece esto, comentaron. Y menos unos jóvenes profesionistas, humanistas, progresistas y solidarios; dedicados al trabajo, al estudio y apegados a la ley, que solo trataban, en vacaciones, de obtener una ingreso adicional, ofreciendo talleres de ciencia, como ese de la física del aire caliente en los globos de cantoya.
En esta historia de impunidad, se han tenido que enfrentar incluso a extorsionadores, como un presunto sacerdote que les prometía regresarles con vida a los muchachos, y les extrajo el dinero que más pudieron reunir los familiares, para después desaparecer, con todo y sotana con que los visitaba. Ignoraban que otros parásitos sociales llegan, como por regla o especialización criminal, días después de las desapariciones, cuando las familias se encuentran más vulnerables.
En torno a su búsqueda, la única evidencia es la impunidad. No han bastado misas y protestas en sitios públicos, ni intensas campañas en redes sociales; ni cartas a organismos públicos y privados, ni declaraciones, ni comisiones de derechos humanos.
Tampoco ha sido suficiente, aunque es una esperanza viva, el cartel “¿Has visto a…?”, de la FGR, mediante el que se ofrece recompensa por informes sobre los tres profesionistas, publicado en este mismo portal de Quadratín, que nunca ha olvidado este mar de historias tristes.