MORELIA, Mich., 29 de abril de 2016.- Una frontera porosa, sobre y bajo tierra. Esa es la realidad de la delgada línea entre México y Estados Unidos, un lugar donde las organizaciones criminales han expuesto que con dinero ilimitado, la ingeniería de túneles ilícitos no tiene fin.

De acuerdo con información de El País, cerrar un túnel le cuesta al gobierno estadounidense entre 400,000 y 700,000 dólares. Pero para los cárteles abrir uno, con una alta capacidad de transporte, le reporta una ganancia de cientos de miles de millones de dólares.

Según datos de la Oficina de Patrulla Fronteriza (CBP) los túneles más sofisticados en general “superan los 600 metros, están construidos con ventilación, electricidad y sistema de rieles. Sus entradas y salidas están ubicadas en bodegas o casas abandonadas”, que poseen pisos falsos.

El gobierno estadounidense descubrió el primer túnel ilícito en Douglas, Arizona en 1990, pero a pesar de haber lidiado con este problema por décadas, no ha logrado eliminarlo.

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