MORELIA, Mich., 3 de diciembre de 2017.- A finales de 2015, Carmiña Santamaría (Bolivia, 1987), CEO de Kwema, vivía en Chile. Entonces, se enteró de que una de sus mejores amigas fue secuestrada a plena luz del día, en Bolivia. La amiga de Carmiña regresó de viaje, llegó a la terminal de autobuses y llamó a sus padres para avisar que llegaría a casa por la tarde y que no traía dinero para el taxi. Sus padres la esperaron, pero nunca llegó. El taxista que llevaría a la amiga de Carmiña de la terminal de autobuses a su casa, la secuestró en colusión con otros delincuentes.

Explica Milenio que, Carmiña supo la noticia a través de Facebook, pues la familia de su amiga puso en marcha una campaña en redes sociales e hizo viral la desaparición. Los delincuentes se asustaron y optaron por dejarla tirada en la frontera entre Perú y Bolivia. La amiga de Carmiña se salvó de ser utilizada como esclava sexual.

Se obsesionó con el tema y buscó una solución que pudiera ayudar a otras mujeres en una situación como la que pasó su amiga. Pasaron algunos meses y en su compañía  buscaban un nuevo producto. Carmiña tenía una propuesta. Pensó que era disparatada, sin embargo, se atrevió a proponer la creación de un dispositivo “mágico” que pudiera auxiliar a mujeres en una situación de riesgo. Su socio apoyó el proyecto. Ahí comenzó la creación de Kwema, un brazalete que busca prevenir los crímenes contra las mujeres.

El brazalete funciona con una aplicación instalada en el teléfono. Aprietas el botón tres segundos y envía una notificación de auxilio a amigos y familiares, seleccionados para ser tus contactos de seguridad. Si no cuentas con datos móviles, se enviará un mensaje de texto. La alerta no se apaga, a partir de que se emite va dejando rastros. En cuanto los delincuentes vuelven a prender el teléfono, emite nuevamente la señal de alerta. A diferencia de los botones de pánico, este dispositivo es discreto e inmediato, pues sacar el teléfono resta tiempo que puede ser de vital importancia.

Más información Milenio