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MORELIA, Mich., 23 de junio de 2016.- El historiador y comunicador Arturo Herrera Cornejo derribó algunos mitos al respecto del tradicional Torito de Petate en Michoacán. Indicó que no es cierto que Fray Juan de San Miguel bajó a los indios de la sierra a tamborazos con un torito, como dice una versión; tampoco es cierta la idea, dijo, de que Vasco de Quiroga, a su paso por Valladolid, lo uso para evangelizar; la ciudad se fundó —curiosamente— como un intento de los encomenderos españoles para disputar con Don Vasco la sede del poder”.
Señaló que tampoco es cierto es que el torito de petate sea una imitación de las corridas de toros con la que los indios pretendían burlarse de los españoles, “quien llama al toro con un pañuelo es una mujer, en algunos pueblos un hombre vestido con indumentaria femenina, la maringuía; se simula la matanza del toro cuando el caporal coloca el machete en la cabeza del astado” dijo, y complementó diciendo que otra evidencia de que esa idea es errónea es la ausencia de un matador, elemental en la tauromaquia.
Investigaciones formales. Torito de Petate en Valladolid
Herrera cornejo indicó que el historiador Jorge Amós Martínez Ayala, investigador de la Universidad Michoacana (UMSNH), demostró que el Torito de petate es una tradición que llegó de África pues no se explicaría por qué en lugares tan lejanos como Brasil ,Paraguay o Argentina, en los que hubo presencia de esclavos de lengua bantú, hay danzas semejantes.
Destaca el caso de Brasil, donde la danza del bumba-meu-boi es extraordinariamente parecido al Torito de Petate, tiene los mismos personajes, indicó Herrera Cornejo.
Los bantús sabían manejar al ganado, indicó el historiador, por ello al llegar a la Nueva España su destino eran las estancias. En 1584 se fundó la primera cofradía de negros y mulatos en Valladolid, la de la Virgen de la Soledad, Los negros bantúes y sus descendientes mulatos se agruparon en esta cofradía, que tenía como base el templo de la Columna, ubicado en lo que ahora es la calle Bartolomé de las Casas, entre Sánchez de Tagle y Juan José de Lejarza, indicó el comunicador.
Más tarde surgieron la del Rosario de mulatos, la de Encarnación la de San Blas. Hay una raíz negra en esta tradición que es negada por racismo, aseveró el comunicador.
Según se documenta, el Torito de petate se arraigó en Valladolid y las poblaciones circundantes como Morelia, muchas veces intentaron desaparecerlo. En 1822, recién consumada la Independencia se prohibieron. La tradición sobrevivió pese a todo ello, explicó Arturo Herrera.
En su libro “¡Epa! Toro Prieto” editado por el extinto Instituto Michoacano de Cultura (IMC) en 2001, Jorge Amós Martínez Ayala, refiere que al llegar el siglo XX los toritos de petate salían Domingo, Lunes y Martes de Carnaval, fuera del perímetro del centro de la ciudad, expuso el comunicador. Debían solicitar permiso al Ayuntamiento y pagar en la Tesorería Municipal una cuota que iba de los 5 a los 15 pesos.
La mayoría de quienes se interesaban en sacar los toritos “vivían en los barrios de la ciudad, eran analfabetos y algunos estaban desempleados, eran el pueblo ínfimo, los borrachos de calzones mugrosos, los del tacón chueco eran los promotores de la tradición, los que a toda costa y desacatando prohibiciones del gobierno virreinal o del Municipal las recreaban cada año durante el Carnaval.” Reza el texto, puntualizó Herrera Cornejo.