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MORELIA, Mich., 8 de agosto de 2022.- Desde un pequeño jardín rodeado de flores, Rita Gironès reflexiona sobre su obra. Toma sus pausas para explicar cómo construye sus personajes, cómo va ambientando el entorno, y cómo se va sucediendo el proceso creador. No es azaroso; es un camino bien cuidado para expresar lo que la artista ingenia.
En el fondo, entre los ruidos de la calle y de los pájaros, se escucha “hasta que te conocí” de Juan Gabriel. Mientras, la dramaturga, ganadora del primer Premio Nacional de Dramaturgia escrita por Mujeres, Incendia 2022, confiesa a Quadratín que la obra premiada, La bóveda del fin del mundo o la nada aumentada, versa sobre la soledad y la esperanza a veces sin sentido.
“Lo primero que busco es la particularidad de un lugar, de un espacio”, explica la también poeta, y expone que ese espacio buscado debe permitir el desarrollo de una construcción de personajes atípicos, pero de los cuales se pueda sentir mucha empatía como espectador.
El lugar que busca siempre va a ser algo diferente o algo inhóspito. Los personajes van surgiendo a través de sus vivencias, el momento en el que la artista está escribiendo. “Precisamente en esta última, en La bóveda del fin del mundo, fue un momento en el que había mucha incertidumbre, y pensé que el lugar en mitad del Ártico era la excusa perfecta para construir ahí a los personajes”. desmenuza.
Tras un silencio, que rompe con profundidad un conjunto de flautas japonesas, llegan dudas: ¿Por qué los personajes están encerrados aparentemente en una bóveda?, porque la artista ya antes, en una de sus obras, El perro, encerró a un personaje, es decir, no es la primera vez que utiliza este recurso del encierro como metáfora de algo más.
Sonríe y contesta: “una vez me hizo un comentario Roberto Briceño, director escénico de Morelia, que yo siempre busco espacios cerrados, espacios que invitan a la reflexión de uno mismo, y que en la convivencia con otros personajes generan explosiones dramáticas, es decir, una cosa es el encierro de uno mismo, que se puede proyectar de forma metafórica en un escenario y esa es excusa visual, y otra cosa es el encierro que cada uno de esos personajes siente y tiene que ver con la soledad del ser humano”.
Algo importante en la cuestión del teatro, apura Rita, es que debe darse un conflicto; si no hay conflicto, el proceso escénico no puede llegar a darse, puede resultar aburrido, “entonces ese conflicto viene dado por la convivencia de diferentes personalidades, es decir, yo quiero hacer una cosa, el otro no quiere que la haga y ahí es donde se da el hecho escénico, cómo se va a desarrollar esto y qué terminación le vamos a dar”.
En ese sentido, la actriz y directora escénica expresa que busca personajes que entre ellos se pueda derivar un conflicto, pero no uno en cuestiones culturales, sino un conflicto universal, como el robo, ejemplifica, porque un personaje que lleve a cabo esto, sin importar qué nacionalidad tenga, va a generar un conflicto determinado.
La obra premiada tiene guiños, discretos a veces, como secretos para ser develados por los más sensibles. Estos son de autores entrañables para Rita: “Tengo una deuda con estos autores que para mí han sido formativos, no solo en una cuestión académica, sino en una cuestión personal, es a través de ellos que yo he tenido una percepción del mundo distinta”, señala.
En el caso del dramaturgo Irlandés Samuel Beckett, la artista manifiesta que, para ella, fue el descubrimiento en la Escuela de Arte Dramático de Barcelona, fue uno de los primeros autores que le pidieron leer, y se enamoró del sinsentido del escritor, principalmente en Esperando a Godot y Final de partida. “Me enamoré del manejo que hace él, muy minimalista de las palabras. Me enamoré de esta austeridad en el teatro, que con muy poco pueda invitar al espectador a sentir mucho… Esta obra es un homenaje a Samuel Beckett, por la admiración que yo le tengo”.
En el caso Wisława Szymborska, le gusta mucho el trabajo de la poeta polaca, su sensibilidad tremenda, y es por ello que agregó una línea de uno de sus poemas.
Otra frase que aparece entre las líneas de la obra de Rita Gironès, fue sacada del Breviario de podredumbre, de Emil Cioran. “Son autores que también tienen que ver con lo absurdo, con este sinsentido, con esa parte existencial que tiene la obra, y en eso me he dejado llevar también, en ese existencialismo del momento social actual, precisamente por la pandemia, lo del encierro, la incertidumbre, esa autoridad de un dios que quizá maneja los hilos”.