Convento Franciscano del siglo 16, a unos minutos de Morelia
MORELIA, Mich., 17 de mayo de 2024.- A poco más de 16 kilómetros de la capital michoacana se esconde un tesoro de la arquitectura colonial: un convento que conserva los frescos que llenaron de elegancia y orgullo sus paredes, que datan del siglo XVI.
Se trata del Convento Franciscano dedicado a San Miguel Arcángel y que data del año 1570, apenas unos años después de la conquista espiritual y militar del antiguo Mechuacan.
Ciertamente, el templo ha dejado de ser administrado por la orden de San Francisco, pero a diferencia de muchos templos de ese periodo, este todavía conserva entre sus paredes muchos de los frescos, técnica italiana para pintar sobre yeso y capas de cal cuando todavía no se han secado.
El paso del tiempo ha hecho estragos en el inmueble, sobre todo en la pintura, pero todavía es posible observar en las paredes de cal y canto del convento los tres nudos del cordón de esta orden, que representan los tres votos: pobreza, castidad y obediencia.
En un recorrido hecho por Quadratín se pudo corroborar que el histórico inmueble se encuentra en buenas condiciones, con algunas vigas habitadas por murciélagos, pero de pie y con los frescos que en el Siglo 16 llenaban de orgullo a los frailes mendicantes.
La visita a este templo y convento es como dar un súbito viaje por el tiempo, casi violento. Porque se pasa de una arquitectura española a la americana a la Revolución Mexicana, con motivos que recuerdan al santo local San Bernabe de Jesús Montoya.
El salto en el tiempo es brusco, por un lado un convento antiguo y por otro un santo cristero, fusilado en Guanajuato para después regresar en el tiempo, al siglo 19, al ingresar una capilla de fines del porfiriato que todavía conserva algunos entierros en su interior, todo cubierto en cantera, en un patio sobrio y bien iluminado.