MORELIA, Mich., 1 de julio de 2020.- En el marco del décimo aniversario del nombramiento de la comida tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se realizó el programa online Cocineras Tradicionales de Michoacán, una historia de vida, donde tres expertas de la cocina michoacana hablaron de sus sensaciones, sus experiencias y su vida como promotoras de la cultura gastronómica de la entidad.

Al respecto, Claudia Chávez, titular de la secretaría de Turismo de Michoacán, expuso que ha sido un trabajo de muchos años, que se inició a principios de 2004 con la puesta en valor de la cocina tradicional michoacana, porque no es un rescate, dijo, “en Michoacán, la cocina tradicional ha estado siempre, y ahora en esos inicios fue ponerla en valor y que la gente pudiera consumirla, no solo los encuentros tradicionales, sino también en las comunidades, en las casas de las cocineras”.

La capacitación continua que han tenido las ha profesionalizado sin perder la esencia tan natural de la cocina tradicional, de las recetas, y también han avanzado mucho en el tema digital, porque cada una cuenta con su página web donde la gente puede llegar directamente a sus lugares y poder comer y convivir con ellas.

La cocinera Juana Bravo Lázaro, originaria de Angahuan, del municipio de Uruapan, manifestó su orgullo por dar a conocer la comida tradicional de cada una de las regiones purépechas. Dijo que ha sido un orgullo también conocer otros países donde le han dado la oportunidad de estar.

Recordó que en 2005 fue a París, Francia, y a partir de entonces no paró en buscar que la comida michoacana fuera patrimonio. Recordó a Genovevo Figueroa, ex gobernador de Michoacán y ex secretario Turismo, quien le dio la oportunidad de trabajar en este proyecto; “antes era un poco difícil para mí porque en ese tiempo yo no hablaba español, y gracias a Dios seguí sus pasos, y el paso de la Secretaría (de Turismo) que nos acompañó y nunca nos dejó”.

La cocinera contó que fue a través de sus abuelas que se enseñó a cocinar, porque ellas le mostraban los ingredientes; “se los arrimaba para que siguieran cocinando”, dijo, y ahí empezó su aprendizaje. Cuando tenía 14 años fui a cada casa a ayudar a la gente en la comunidad de Angahuan, y en cada casa aprendí una cosa diferente, esa fue mi escuela”, expresó.

Actualmente lleva mucho cuidado con la higiene, con la distancia sana, con el uso de cubrebocas; limpia con cloro y otro tipo de acciones que son las que toma para que su cocina en Angahuan tenga la confianza del consumidor.

Por su parte, Victoria González Chávez, cocinera de la región de Apatzingán en la Tierra Caliente de Michoacán, dijo sentirse satisfecha con la oportunidad de haber salido del país a mostrar la comida michoacana. Manifestó que ha sido satisfactorio pertenecer al grupo de cocineras tradicionales, “el estar trabajando junto con las grandes maestras que hay en el estado”.

La cocinera tradicional terracalentana explicó que su vida ha sido difícil desde que empezó. Recordó que desde niña no tuvo abuelas de sangre, solo su madre y la madrastra de su mamá, que para ella fue su abuela.

Aprendió mucho de ella porque era muy exigente y todo lo que hacía pedía que se hiciera de manera perfecta, explicaba bien las cosas. De ella aprendió mucho porque su mamá, aunque la ponía a hacer las cosas, no era tan exigente. Su madre también le enseñó desde niña, relató; juntaba a sus hermanas y revolvía lentejas, habas, garbanzos y frijoles de los colores que tuviera a la mano, era la manera en que las entretenía y así se fueron involucrando con sus hermanas.

Victoria expresó un recuerdo: dijo que su mamá solía cantar una canción cada que cocinaba, porque sabía que sus hijos la veían preparar los alimentos con cariño, por lo que recomendó que las personas que se metan a la cocina, lo hagan con amor, con gusto, con felicidad y con amor.

A su vez, María Inés Dimas Carlos, de la comunidad de Santa Fe, de la región de Pátzcuaro, relató sus inicios como cocinera; desde muy pequeña se crió con su abuela paterna. Dijo que para ella la forma de enseñanza de sus abuelas no era hacerlas cocinar, simplemente su abuela le decía: “¿qué vamos a cocinar?”, y ella se sentaba a su lado.

Con su abuela, María Inés aprendió mucho, fue su motor para cocinar, le enseñó a improvisar, porque en una comunidad indígena no se manejan ingredientes y recetas; exactamente por eso es tradicional, explicó, porque no hay tiempo de preparación, de ingredientes, sino lo que está a la mano. Cocinaban mucha carne seca, recordó.

Acompañaba a su abuela al campo, como eran agricultores, traían peones e iban al lugar donde se realizaba la cosecha, en las faldas del Tzirate o en El llano, ahí cocinaban lo elemental: frijoles, carne de res, gallina, huevos, así aprendió, aunque dijo ya no acordarse de muchos detalles.

Para los interesados en visitar las comunidades y probar los platillos de la cocina michoacana, pueden ingresar a los sitios michoacán.travel y gastronomíamichoacana.com, en este último se encuentra el directorio de cocineras, “ahí van a estar las páginas de ellas, todos sus datos para que tengan contacto y hacer su reservación”, explicó Claudia Chávez antes de cerrar la charla.