Impulsan talentos artísticos en la atmósfera sonora de Panspermia
MORELIA, Mich., 27 de agosto de 2013.- El crecimiento personal, el manejo de las emociones, el fortalecimiento de la autoestima y el alcance de una transformación que impacte positivamente en su familia y en su entorno social, fueron los resultados de las 22 participantes del taller “Pétalo de rosa. Este proyecto llevado a cabo por la actriz y cantante Teresita Sánchez Reyna, y por la terapeuta Lucero Molina, llegó a su fin tras ser apoyado por el Programa de Desarrollo Cultural para públicos específicos, impulsado por el Gobierno del Estado de Michoacán a través de la Secretaría de Cultura y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
De acuerdo a un comunicado de prensa, en la ceremonia de clausura del taller, por parte de la Secretaría de Cultura, se contó con la presencia de Fernando López Alanís y de Lucía González Ramírez, director de Formación y Educación y coordinadora del Programa de Desarrollo Cultural Infantil Alas y Raíces Michoacán respectivamente, quienes constataron, a través de las palabras y el actuar de las participantes, el éxito de dicha actividad.
Tras conocer los resultados del taller, Fernando López Alanís felicitó al equipo de trabajo y a las mujeres participantes por expresar sus sentimientos con sinceridad, y las exhortó a mantenerse unidas, con el objetivo de aplicar y compartir lo aprendido en sus hogares, ya que es en el núcleo familiar en donde se forma a los seres humanos.
A pregunta expresa sobre la posibilidad de apoyar el proyecto para llevarlo a otros municipios en donde lo han solicitado, López Alanís aconsejó a las interesadas enviar su solicitud a la misma Secretaría de Cultura para canalizarla como corresponde.
Reunidas en una casa de la colonia Prados Verdes, sitio en donde se desarrolló el taller a lo largo de 6 meses, las participantes agradecieron a los organizadores el apoyo otorgado. Este les permitirá contar con herramientas útiles para enfrentar diariamente las preocupaciones e inquietudes diarias, así como situaciones que deberán enfrentar y resolver cotidianamente.
La labor terapéutica y creativa, desarrollada por Teresita Sánchez Reyna y Lucero Molina, se encaminó a brindar elementos que permitieran a las mujeres del grupo conocerse y amarse a sí sismas; mejorar sus hábitos de vida, compartir experiencias, y valorar y ser felices con lo tienen, sabedoras de que son ellas quienes pueden generar un cambio.
En entrevista, las talleristas explicaron que durante los tres primeros meses trabajaron el aspecto humano e interno de las participantes a través de ciertos ejercicios, que incluyeron el manejo de las emociones al vivir en una situación de violencia doméstica. Los tres meses restantes se trabajó el aspecto artístico, con el propósito de despertar su creatividad. Se tuvo como resultado un cuadernillo que reúne los trabajos escritos y musicales generados por las mismas mujeres.
Teresita Sánchez expresó que previa a esta experiencia, colaboró en el Centro de Integración para Menores Infractores e hizo una aproximación a este modelo que combina el proceso creativo con ejercicios cercanos a la parte terapéutica. La transformación de las participantes se logró paulatinamente.
Ambas coincidieron en señalar que, a partir de la información y las actividades efectuadas, se pretende crear un manual para dar seguimiento a la difusión y desarrollo del taller
Se designó la Colonia Prados Verdes para recibir y trabajar con mujeres en situación de violencia, por ser una de las 44 colonias con mayor índice de violencia e inseguridad, según datos de la Seguridad Pública en el Estado, aunque también se recibieron mujeres de colonias colindantes con la misma problemática. Se conformaron dos grupos con el fin de brindar a las mujeres horarios accesibles a sus actividades hogareñas.
El proyecto se dividió en dos fases. En la primera se detectaron los tipos de violencia doméstica entre las 30 mujeres que por convocatoria conformaron los dos grupos. La segunda fase se dirigió en dos módulos, uno con una duración de dos meses, en el que se aplicaron ejercicios y herramientas que ayudaron a que las mujeres trabajaran en sus distintas situaciones de violencia.
El segundo módulo, con una duración de tres meses, se hizo labor de conciencia de la situación de cada una, a través de la literatura, de la elaboración de canciones y la construcción de títeres que representaran su historia. El trabajo terapéutico y creativo tuvo su fundamento en la teoría de la evolución de la conciencia y disolución del ego.