Triste realidad de productores morelianos

MORELIA, Mich., 23 de octubre de 2014.- Carencia y un gustoso olor a ate recién hecho, son los sentimientos encontrados que se tienen al visitar la productora de dulces artesanales Ates la Providencia, ubicada en la calle García Obeso de la capital michoacana.

Un estrecho pasillo y un despoblado negocio es lo que se aprecia al ingresar a la pequeña fábrica, donde la escasa clientela es recibida entre tres mostradores por Leonel Ramírez, un señor de 82 años.

Al caminar por el área de venta se puede apreciar la limitada variedad de productos que se ofertan, los cuales oscilan entre los 15 y 70 pesos y van desde ate artesanal, hasta dulce de guayaba.

El arte artesanal de la Providencia, ofrece combinaciones de ate con piña, higo, durazno y nopal, por lo que su elaboración es diferente, dependiendo la fruta.

Detrás de los mostradores, se puede apreciar lo que es la entrada a un patio un poco descuidado, el cual es el lugar de trabajo de Ramírez, donde se pueden observar cosas como bicicletas, tablas de madera, un árbol de guayaba, además los instrumentos de trabajo del productor.

Los meses de producción son junio, julio y agosto, ya que la gente no entra a este negocio, y el producto se queda.

A sus alrededores, se encuentra la entrada a dormitorios y a una pequeña cocina, ya que el fabricante afirma es su hogar desde hace varios años, puesto que sus ganancias titubean entre los mil o mil 200 al mes, a pesar de realizar una inversión de mil 500 cuando se produce.