Cerca de un millón de personas cumplió con el refrendo vehicular: SFA
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de febrero de 2016.- La depreciación del peso tiene un aura fantasmal en México. Con una historia reciente marcada por dolorosas devaluaciones, los derrapes de la divisa son automáticamente asociados una subida de los precios de las tortillas, fugas de capitales y temblores en los cimientos de los bancos. México vive la peor racha cambiaria desde que el valor del peso flota al compás del mercado.
De acuerdo al diario El País, las defensas se han ido fortaleciendo poco a poco hasta colocar las tasas de interés en un 3,75 por ciento como antídoto a un eventual estallido inflacionario. Pero la caída esconde también un paradójico beneficio. El Gobierno federal se embolsará alrededor de cinco mil millones de dólares gracias a las operaciones que el Banco de México ha estado realizado durante el año pasado con los dólares del almacén de las reservas. Dólares que había comprado baratos y que ahora ha vendido caros.
Pese al nombre, la autoridad monetaria no funciona exactamente con un banco comercial. Sus estatutos le obligan a cuadrar los resultados a cero. Una vez cubiertos sus gastos corrientes, tiene la obligación por ley de traspasar al Gobierno el resto de sus ganancias. Ese exceso, conocido como remanente de operación, alcanzó durante 2014 los 1.700 millones de dólares.
Pero la bolsa de dinero obtenida con las subastas diarias ha engordado tanto gracias a la depreciación del peso, que la cantidad correspondiente al ejercicio pasado, que será presentada oficialmente en abril, se espera que duplique o hasta triplique la del año anterior según los analistas. De cumplirse los vaticinios, México habría cubierto más de una tercera parte del recorte presupuestario –siete mil millones- anunciado la semana pasada.
Para alimentar el hambre de billetes verdes -desatado tras el aumento del precio del dinero en EE UU- y amortiguar la caída del peso, el organismo presidido por Agustín Carstens ha estado bombeando dólares durante casi todo el año. Cada vez que el peso se despeñaba un 1 por ciento, el grifo soltaba 200 millones. Sí bajaba otro medio punto, 200 más. Esta medida de emergencia fue utilizada durante nueve meses del año pasado con una efectividad relativa.
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