Madrid: deslumbra Isaac Fonseca en Las Ventas y corta oreja

MADRID, Esp., 14 de mayo de 2025.- Isaac Fonseca triunfó cobijado por el exigente público de Las Ventas de Madrid. El Torero moreliano no tuvo suerte en el primero de su lote, un toro ríspido, pronto, deslucido que arremetía burdamente y no pasaba al que mató de estocada caída, amén de que tuvo que aguantar el fuerte viento y la tormenta.
Ah, y cuando se pensaba que el sexto podría ser un símil de su primero, por sus 667 kilos y casi 6 años, sucedió lo contrario, porque el bello castaño de Pedraza de Yeltes resultó ser un tío con toda la barba al que el diestro moreliano le corrió la mano con sabrosura, de aquí hasta allá, con la muleta muy abajo.
Oiga usted, qué faena y qué torazo. El Huracán de Morelia provocó que a multitud hiciera erupción, lo cobijara, lo aclamara sonara sus olés largos, muy largos, sonoros, musicales. El torero mexicano dejó ver que cuando se trata de valor lo tiene de sobra y, también, que cuando la exigencia es torear bien, lo puede hacer como el que más, por eso bajó la muleta para barrer el ruedo del magnífico escenario. Desarrolló un oficio de mucha cabeza, de sapiencia, rítmica y artística, que le fue premiara atronadoramente.
Estructuró una faena variada, limpia, de imanes. Nadie se movía de su asiento, no hubo quién parpadeara porque el chaval se jugaba la vida en cada lance, como que sus tandas fueron de ceñidas a embraguetadas, de cercanías a no caber ni un suspiro entre su humanidad y los pitones de tan magnífico animal. Inició de rodillas con seis derechazos por arriba y un pase de pecho de poder, para luego dar otro ya puesto de pie. Y enseguida tandas con la diestra arqueando el cuerpo, cargando la suerte, acompañando la embestida.
Derechazos de aquí hasta allá, colocado donde huele a cloroformo y aguantando hasta una extrañeza que hizo el de Pedraza de Yeltes. Se prodigó el poderdante de Carlos Aragón Cancela y Jacobo Hernández. Se gustó, gustó y emocionó. Su gozo lo transmitió a la tribuna y su arte robó las miradas y jaleó los aplausos y las ovaciones. Su conexión fue permanente, lo que, de suyo, habla de que su faena empezó arriba y nunca se le cayó, antes bien se fue para lo alto. A más de sus derechazos de portento no obsequió tres trincherillas luminosas, uno del desdén y remates de forzados de pecho elogiosos.
Le dio sus tiempos, sus respiros necesarios al burel, le encontró la distancia exacta y lo consintió con el tiempo de lidia preciso para que no se le pasara. Se tiró a matar con el corazón por delante y al meter la espada se llevó fuerte golpe en la cabeza, cayó al suelo y quedó sentado frente a merced del toro, afortunadamente se lo cortaron los subalternos. Se paró y no quiso ir a la enfermería, tomó el acero, volvió a ejecutar la suerte suprema y dejó una estocada hasta los gavilanes, desprendidita y de efectos rápidos. La multitud blanqueó de pañuelos el panorama y el presidente le concedió una oreja que le dio el triunfo con mucha fuerza la del torero mexicano.
Sus Alternantes
Román enseñó muy buenos oficios ante su primero, un toro que traía lo suyo¸ al que despachó de un pinchazo, una entera y dos viajes de descabello. Vuelta al ruedo. El segundo de su lote tampoco fue muy potable, sin embargo, el valenciano tuvo buenos momentos con la muleta. En la suerte final se puso muy pesado y se fue en silencio.
Jesús Enrique Colombo cubrió los tres tercios en el segundo de la tarde-noche. Al que saludó con verónicas a pies juntos y una media; luego obsequió dos chicuelinas ajustadísimas y remató con media muy lucida. Fonseca le hizo un quite con verónicas y media. El venezolano replicó con otro quite por delantales rematados con media verónica. Pegó tres pares aplaudidos. De muleta dejó ver derechazos, naturales y manoletinas bajo viento y lluvia. Estocada desprendida. Un aviso y vuelta al ruedo. Ante el quinto estuvo voluntarioso, volvió a cubrir los tres tercios, pero no pudo redondear con la muleta. Estocada caída, aplausos.
Incidencias
Toda la cuadrilla de Isaac Fonseca fue sacada al tercio a recibir la ovación de la multitud por los buenos pares de banderillas y el gran puyazo del picador al sexto del encierro de Pedraza de Yeltes. Así sea.