Presenta Rita Gironès su obra La bóveda del fin del mundo en Morelia
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de febrero de 2018.- Se dice que las últimas palabras del actor estadunidense Humphrey Bogart el 14 de enero de 1957 fueron: “Nunca debí haber cambiado el whisky por los martinis”. La bebida no solo inspiró el último aliento del protagonista de Casablanca, el escritor Mark Twain también dijo una frase que en el mundo de expertos en los destilados es muy conocida: “Demasiado de algo es malo, pero demasiado de un buen whisky es apenas suficiente”. Y como esa, muchas otras citas se han dicho, que van desde el entrenador de beisbol Casey Stengel, hasta el literato Ernest Hemingway.
De acuerdo con Milenio, se cree que el primer whisky nació como un destilado hecho por monjes que tenía un sabor áspero y era utilizado como medicina para tratar enfermedades como parálisis. Unos años después, cuando se descubrió su efecto placentero, fue cuando se comenzó a perfeccionar su producción, y a partir del siglo XIX formó parte de la vida cotidiana de los escoceses.
Lo cierto es que la bebida alcohólica que se obtiene a través de la destilación de malta fermentada con cereales como maíz, cebada, trigo y centeno, reposado en barriles de madera, ha trascendido más allá de su tierra natal.
Según datos de la consultora especializada en consumo, Euromonitor International, el crecimiento en volumen en el mercado del whisky en México (considerando malt scotch whisky, blended scotch whisky, bourbon, whisky irlandés, japonés y canadiense) pasó de 25 millones 546 mil litros en 2011 a 44 millones 803 mil en 2016. La tendencia de crecimiento a 2021, se prevé, será de 58 milllones 376 mil litros.