Rocío y Jaime: cuentacuentos que inspiran con arte y educación

MORELIA, Mich., 30 de abril de 2025.- El escuchar cuentos ha sido por muchos años, una la parte preferida de los niños, por lo que en Quadratín entrevistamos a dos cuentacuentos para que nos cuenten -ahora sí- sus experiencias con los niños y sus propios gustos cuando eran niños. Se trata de Jaime Homar García y Rocío Martínez, ambos con muchos años de experiencia en esta arte de la narración.
Rocío Martínez, desde la educación y por amor a la literatura
Como educadora, Rocío siempre se alió de los cuentos para los procesos de enseñanza y aprendizaje, y antes de jubilarse comenzó a hacer títeres y a contar cuentos de otra manera, no solo para grupos educativos sino para escenarios y públicos más amplios. Desde hace 14 años asiste al Festival Internacional de Cuentacuentos en Lázaro Cárdenas, Michoacán.
Para ella hay momentos para todo, incluso para la tecnología, esto en referencia a que los niños, ahora en la actualidad, parecen estar más absortos en teléfonos y otros dispositivos, que interesados en otras actividades distintas.
Sin embargo, también cree que la narración oral, la poesía, el canto y el arte siguen siendo vitales para el ser humano, y depende mucho de la educación, de los procesos familiares para tener este acercamiento. En su caso fue una gustosa mamá que llevó a sus hijos al teatro, a contar cuentos y a degustar de libros, por lo que le pareció importante invitar a la gente a que acceda a su derecho humano del arte y la cultura.
Sobre lo disperso que pueden ser los niños y si se motivan en su imaginación, Rocío platicó que este pasado lunes tuvo una experiencia en una escuela con niños de tres y cuatro años.
Estaban viendo una película, relató, "y como llegó la cuentacuentos, las maestras no pensaron en el proceso, les apagaron la película y les dijeron: 'ya llegó la cuentacuentos'... pues creo que ni a los niños ni a cualquier edad te gusta que te quiten una película a la mitad", dijo y reconoció que le costó trabajo al principio, pero ya llevaba otro tipo de elementos que ayudaron a captar la atención.
En esta vida de cuentacuentos, Rocío nos platicó sobre una anécdota, y aunque tiene muchas, recordó que una vez fue a Lázaro Cárdenas hace como unos 10 años y le contó cuentos a un niño que estuvo cerca y que no se perdió sus historias
"15 años después, fui al festival y me encuentro un hombre grande, joven, que no solamente recuerda los cuentos, sino que él cuenta cuentos y trabaja en el fomento a la lectura", expresó con respecto a aquel niño.
Como niña recuerda gratamente a su abuela que le contaba cuentos, la llevaba a su escuelita y se sentaba en medio de todos los niños a disfrutar de sus cuentos, de la Negra Habanera y de todo lo que ella leía, y se inventaba además.
"Algo que hoy me ocurrió, es que estaba contando un cuento cuyo personaje era una vaca, y me pidieron una canción de una vaca. En ese momento recordé la canción que a los 5 años me enseñó mi maestra de preescolar, y la pude cantar ahora con 67 años de edad, recordé esa canción que a los 5 años aprendí a cantar", narró y dijo que su cuento preferido es Disparates, una versión muy antigua, y La vaca que se creía mariposa, de Emilio Lome.
Jaime Homar García, el teatro, la actuación y el amor por ser cuentacuentos
Hace 15 años que Jaime Homar García se dedica a contar cuentos, ha asistido a muchos encuentros de este género. Tiene también una larga trayectoria como actor de teatro, lo que le permite ser más expresivo al contar las historias.
Se ha perdido interés en los cuentos porque los papás ya no los cuentan, manifiesta Jaime, porque ya ni los abuelos los cuentan, "ni siquiera podemos hablar de las computadoras, el celular nos tiene absortos y enajenados, y prácticamente no queremos saber nada de nada", expone.
No obstante, cuanto tiene este encuentro con el público infantil, por lo regular le responden muy bien porque la gente y los chicos están muy pendientes de lo que él está diciendo, "esto quiere decir que creo que tendría que potencializarse esta actividad para fortalecer la escucha".
En ese sentido, expresó que antes se decía que había que trabajar con cuentacuentos para motivar la lectura, "sinceramente sí me sigue preocupando porque es un gran incentivo para que lean, el tema de cuentacuentos, pero ahorita es más importante motivar y llevarle a los chavitos la escucha".
En este tenor, manifestó que esto es importante porque actualmente ya no se escucha tanto, porque todo se quiere rápido, "ya no escuchamos, todo se quiere rápido y al alcance de un botón, y ahora ya mucha gente está en el Tik Tok, la mayoría de las personas ya están en esta plataforma, entonces ya no hay una competencia entre lo tecnológico y el cuentacuentos, que siempre gana lo primero".
Recuerda divertido una ocasión, hace unos dos o tres años en una feria del libro cuando eran sus primeros años como narrador, contaba el cuento de El flautista de Hamelin, y narró cómo el flautista se llevó a las ratas y las perdió, y un niño insistentemente levantaba la mano y quiso preguntarle qué había pasado con estos animales, si el flautista las guisó e hizo ratas a la veracruzana.
En otra ocasión, recordó, un niño al terminar la función, se acercó curioso al ver que él usaba una diadema de micrófono para poder llevar a cabo su actividad de cuentacuentos. El niño, mirándolo, le preguntó si todos los sonidos que hay salían de ese micrófono o los hacía él, le pareció una ocurrencia y solo le dijo que las dos cosas, porque verdaderamente así era.
Jaime Omar recordó que en Morelia existió en la XEI (La i de Morelia) una estación de AM donde estaba el Abuelo Tito, un viejecito que contaba cuentos, "yo era fan del Abuelo Tito, me sentaba a las 7 de la noche, prendía la radio y escuchaba los cuentos. No recuerdo cómo contaba estos cuentos, pero mi mamá me contaba historias, pero ella no era una profesional, no me enganchaban tanto", se sinceró, pero le fascinaba escuchar a este locutor.
Años después se encontró desde el punto de vista artístico a Cachirulo, pero le molestaba mucho, no le gustaba nada, porque se lo encontró prácticamente en su adolescencia. Sin embargo, se volvió a enamorar de los cuentos cuando escuchó a Mario Iván Martínez, por su calidad y su manera de narrar.
Entonces cambió su óptica; después de que pensó que los cuentos eran un subgénero del teatro, vio que eran una especialidad del teatro, porque si se sabe teatro se pueden narrar más fácilmente los cuentos, ayuda conocer estas técnicas, dijo.
Incluso recordó que se convirtió en un lector asiduo de Disney; le consiguieron unos libros y se devoraba estos cuentos y entre ellos le gustaba mucho el de los 101 dálmatas, y a los 6 años se convirtió en un amante de este cuento. Desde entonces le gusta leer, aunque ahora ya lo hace para ver cuál le atrapa para contarlo a los niños.
Su cuento favorito es uno que le gusta mucho narrarlo, es el de El conejo, el coyote y la luna, que narra cómo llegó el conejo a la luna, sobre todo por las peripecias que este conejo vive con el coyote, se ha convertido en su cuento favorito.
Recordó que hace unos 11 años tuvo una gira con el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) por todo el estado en un programa que se llamaba Cultura por la paz. Antes de las funciones él contaba cuentos y los que montaban le pedía mucho este cuento, que además es el que más maneja y más se sabe. Entonces cada función los del el staff le pedían que lo contara "porque todos los niños lo deben de conocer".