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MORELIA, Mich., 6 de junio de 2014.- El mito es una de las vías privilegiadas de la cosmovisión, que nace de la comunicación cotidiana de los seres humanos sin pensar que lo está haciendo y, en un punto inimaginable de abstracción, desciende como guía para la vida práctica, señaló Alfredo López Austin, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Durante la conferencia magistral “El género mítico en el contexto literario mesoamericano” que se realizó durante el Primer Congreso Internacional de Poéticas de la Oralidad, explicó que el mito es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes o personajes fantásticos.
López Austin mencionó que los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad que los considera como parte de historias verdaderas. Cuanto mayor número de mitos y mayor complejidad tiene una mitología, mayor es el desarrollo de las creencias de una comunidad. La mitología sustenta la cosmovisión de un pueblo.
Como en otros géneros narrativos tradicionales, el mito es un texto de origen oral, cuyos detalles varían en el curso de su transmisión, dando lugar a diferentes versiones. En las sociedades que conocen la escritura, el mito ha sido objeto de reelaboración literaria, ampliando así sus versiones y variantes. Por ello, los mitos no han desaparecido en la época actual, solo se muestran y transmiten a través de diferentes medios.
Señaló que la función primaria del lenguaje es la comunicación e intercambio social, pero más allá de las estructuras del lenguaje se convierten en las estructuras básicas del pensamiento.
Cada tradición cultural, dijo, va integrando sus propios géneros, sus propios tipos de discursos literarios, organizando sus elementos en estructuras y tomando en cuenta la intencionalidad de sintonización de los mensajes: “los criterios tipológicos son múltiples y disímbolos pero son guiados por su eficacia para producir la sintonía”.
Se pueden crear los géneros sin pensar que son géneros, sin denominar cada uno, pero el hombre inconscientemente pero racionalmente, va creando sus tipos de géneros y va creando muchas veces, las estrategias necesarias para producir la sintonía, pero una sintonía apropiada para cada tipo de literatura o de textualidad que haya construido.
López Austin mencionó que dado lo anterior, no se puede universalizar, se tiene que pensar que cada división de géneros y cada formación de estrategias dentro de las bases mismas del pensamiento de los creadores y usuarios que son los que están haciendo esa actividad de sintonía de aquellos que consideran que pertenecen a su misma tradición cultural.
Es por esta razón es que se establecen límites físicos y temporales. Al hablar López Austin del género mítico en Mesoamérica del siglo XXV antes de Cristo al siglo XVI después de Cristo, mencionó que el mito se centró en la agricultura como una actividad de carácter económico, cuando se podía vivir al menos de un 70 por ciento de lo que la milpa producía.
Posteriormente, en el Siglo XVI durante el periodo de la conquista y evangelización, mucho de lo anterior queda, perose construye otra cosmovisión, resultado del pensamiento de los evangelizadores.
En este proceso de lucha de estas dos cosmovisiones, el indígena desde el Siglo XVI hasta nuestros días sigue trabajando por constituir por su propia realidad que no es de fidelidad a una u otra corriente, sino a su vida actual, lo que crea un pensamiento nuevo, sin desconocer las tradiciones que forman la base de su cultura para enfrentarse al mundo.
“Entonces tendríamos que decir que la tradición mesoamericana es la cosmovisión antigua de Mesoamérica más la cosmovisión indígena colonial, porque para el indígena actual sigue existiendo la colonia, donde los pueblos son marginados también culturalmente”.
Agregó que en la antigüedad, y pese a la creciente complejidad de las sociedades estatales de los últimos periodos, el mito se produjo básicamente en comunidades agrícolas de fuerte cohesión interna.
El mito conservó siempre las características que le imprimieron los agricultores y fue expresión de una cosmovisión que tenía como arquetipo el maíz y su cultivo. Así, el mito es una de la vías de expresión privilegiadas de la cosmovisión mesoamericana.
En esta cosmovisión, explicó, los dioses se caracterizan por ser seres sobrenaturales que poseen una personalidad tan semejante a la humana como para comprender las expresiones de los hombres y para poseer una voluntad susceptible de ser afectada por la intencionalidad humana. Gracias a esta voluntad ejercen una acción eficaz sobre el mundo perceptible.
Añadió que una de sus principales características es atribuir almas personales a todas las criaturas: astros, elementos vegetales, minerales animales, seres humanos, incluso a los objetos artificiales.
Las relaciones entre los seres (divinos y mundanos, vivos y muertos), dijo, se basaron en un sentido de reciprocidad en cual la colaboración en el trabajo y el intercambio de bienes se complementan para cumplir fines comunes y para satisfacer las necesidades de todos los coparticipes.
En las características del mito mesoamericano, mencionó que se encontraron dos núcleos, unidos por una interdependencia relativa. El primero de ellos el mito creencia que definió como las concepciones casuales y taxonómicas con expresiones heterogéneas y dispersas; y el mito narración considerado como relatos en formas hazañosas que concluyen en la incoación de los seres en el tiempo primigenio.
El investigador destacó que la narración mítica es una producción oral y es la vía por la cual alcanza los objetivos sociales para los que es creada. Finalmente, dijo que en el mito lo que vale es su contenido pues es lo que se transmite a lo largo del tiempo.