De acuerdo con datos del INEGI (2008) del total de habitantes que se dedican en el país a la producción de artesanías, el 67 por ciento se encontraba en condiciones de pobreza patrimonial. Los artesanos habitan principalmente en localidades rurales menores de 15 mil habitantes, en su mayoría son mujeres (66.4 por ciento), y su producción se basa en un sistema de taller familiar en el que la colaboración de los hijos es fundamental. Otro dato destacado es que el 44 por ciento de los artesanos habla una lengua indígena además del español.Sólo 69 por ciento de quienes se dedican a la actividad, lo hace de manera exclusiva; mientras que el 31 por ciento restante se emplea además en actividades como la agricultura de maíz y frijol, el comercio, la preparación de alimentos en la vía pública, son asalariados a jornal, peones en la construcción y otras actividades que les permiten complementar su subsistencia. Respecto a la seguridad social, el 32.4 por ciento está inscrito al seguro popular y sólo el 7.1 por ciento está afiliado o inscrito para recibir atención médica en alguna institución. Por otro lado, en promedio, el ingreso monetario que recibe un artesano en pobreza es de una tercera parte del ingreso promedio en el país.A pesar de los esfuerzos que se han realizado para avanzar en el mejoramiento de las condiciones de este sector, fundamental para el estado, una primera etapa en la administración del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y una segunda en las administraciones de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, queda mucho por hacer. Se requiere, en principio, impulsar acciones que permitan compartir visiones de desarrollo sobre la base de grandes acuerdos para atender las necesidades generales de las localidades (infraestructura básica, servicios, mejoramiento de la vivienda, conservación, restauración y protección de los recursos naturales) donde viven los artesanos, es decir, las comunidades indígenas (purépecha, nahua, mazahua, otomí y matlatzincas). Y por otra parte, se hacen igualmente necesarias, acciones directas con los artesanos, orientadas a elevar su productividad y mejorar sus condiciones materiales de vida.Los grandes acuerdos entre el gobierno y los sectores involucrados en la actividad artesanal, deben fundamentarse en la aplicación de procedimientos que, articulados, reconstituyan y reformen las cadenas productivas que los componen, aunando a esto, el diseño de estrategias de capacitación técnica, desarrollo y diseño de productos.La participación del sector científico y tecnológico es fundamental para la actividad artesanal, ya que se hace necesario diseñar y desarrollar tecnologías para la planta productiva y, al mismo tiempo, mejorar las características de los materiales que deben, además, garantizar a los productores y a los consumidores un mínimo de calidad y durabilidad de los productos ofertados.Programas como: Marcas Colectivas, Capacitación y Certificación de Saberes y Habilidades de Artesanos y la asistencia técnica en diseño, han contribuido firmemente a crear un escenario favorable al desarrollo del sector, sin embargo, es fundamental articularlos en torno a una misma visión estratégica y complementarlos de forma racional, sobre una plataforma que incluya la participación de representantes importantes del sector.Hoy en día, la demanda más reiterada por los artesanos se refiere, indudablemente a la comercialización de sus productos. Para la solución de esta problemática, es indispensable partir del reconocimiento de que las condiciones de intercambio comercial, son cada vez más desfavorables para los productores tradicionales que comerciaban en mercados populares, con menor competencia interna y casi nula competencia externa.El reto implica mirar a mercados modernos con procedimientos modernos y productos modernos, incluyendo la formación de los artesanos en disciplinas complementarias a sus propias técnicas, sin dejar de considerar las virtudes culturales y sociales de las artesanías tradicionales.Michoacán es pionero en materia de créditos a los artesanos, en 1985, siendo gobernador el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, se creó el primer programa de financiamiento con recursos del BID, coordinado por la Casa de las Artesanías y FOMICH. Estos programas han permanecido y se han ampliado gracias a la respuesta responsable de los artesanos que cuentan con préstamos oportunos y accesibles para adquirir sus materias primas, ampliar sus talleres, adquirir herramientas y financiar acciones de comercialización.El estado es también pionero y líder en materia de Marcas Colectivas de artesanías a nivel nacional. Esta iniciativa de los artesanos, ha sido apoyada por las administraciones de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel. La misma constituye una respuesta para proteger jurídicamente la calidad de las artesanías michoacanas y enfrentar la competencia desleal de productos piratas. Lograr que se autoricen marcas colectivas de artesanías michoacanas no es un fin, es un medio para avanzar en la promoción nacional e internacional de estos productos.La organización de artesanos en asociaciones, como titulares de las marcas colectivas, es una de las formas para lograr que el Gobierno Federal canalice recursos económicos a los artesanos michoacanos en proyectos que propicien su desarrollo. La marca colectiva permite a los gobiernos apoyar efectivamente la comercialización de la artesanía, al contar con una imagen distintiva, un sello que garantiza que la artesanía es auténticamente michoacana. El primer paso está dado: se cuenta con más de 40 artesanías michoacanas que ya son reconocidas por una marca colectiva. El siguiente paso es ampliar la representatividad gremial y reforzar la comercialización de estas artesanías y continuar registrando marcas colectivas de las más representativas.La construcción de acuerdos pasa también por el orden federal de gobierno, en este aspecto sería de gran utilidad reconocer a los artesanos michoacanos fiscalmente como creadores y representantes del arte popular mexicano y, por lo tanto, en una situación fiscal distinta a las demás actividades productivas. Asimismo, desregular la adquisición de materias primas y adoptar el esquema de centros de abastecimiento de materias primas artesanales. El gobierno federal, debería también acompañar las gestiones para que la artesanía michoacana sea declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad y destinar recursos económicos para garantizar su permanencia.En este contexto, los programas federales de apoyo a los pequeños empresarios, el fondo PYME, podrían adecuar sus reglas de operación y dar cabida en sus programas a los artesanos como tal y no que se vean obligados a asumirse como microempresarios, negando su importancia cultural. El gobierno federal también está en posibilidades de apoyar la operación de una red de puntos de promoción y venta de artesanía michoacana en los principales destinos turísticos nacionales, en periodos vacacionales, manejados por personal especializado en comercialización, para evitar que los artesanos se trasladen a esos lugares y continúen elaborando su artesanía, así como de iniciar este esquema en algunas ciudades de Estados Unidos y Europa.Muchas son las tareas que derivarían de un gran acuerdo para el impulso al trabajo de los artesanos, las más urgentes, desde mi punto de vista, son aquellas que permitan reformas a leyes federales que impactan negativamente en la actividad artesanal, como son el Código Fiscal, la Ley General de Desarrollo Forestal, Ley Federal del Derecho de Autor. Desde una perspectiva de acción más directa, fortalecer las acciones de capacitación para artesanos y para los hijos de artesanos, gestionando recursos que permitan otorgar becas a los artesanos que se capaciten y desde luego, darle continuidad al Programa de Acreditación de Oficios y Saberes Artesanales con el fin de que los artesanos cuenten con documentos que acrediten su oficio.Fortalecer integralmente a los artesanos michoacanos, es impulsar un modelo de desarrollo que permita generar mejores condiciones de vida para toda la población por el impacto social, cultural y económico en el mediano plazo.