Paz y NEM
El partido que murió el domingo
Desorientado y desubicado, el Partido de la Revolución Democrática exuda triunfalismo por las elecciones del domingo que ganó el PAN, pero su papel fue de relleno para alcanzar a completar la votación blanquiazul.
Su destino como partido que puede representar a la izquierda en unas elecciones quedó sepultado.
Llegó a su fin, este domingo, como opción hegemónica de la izquierda, y de ahora en adelante tendrá que ser compañía de alguien para ganar algo.
Y por lo visto está a gusto con esa función de rémora, al grado de que no le importa hacerlo con la izquierda o con la derecha: el chiste es ser acompañamiento de alguien.
Ayer, al finalizar una reunión de evaluación del CEN del PRD, el ex dirigente nacional de ese partido, Guadalupe Acosta Naranjo, dijo que con miras al 2018 primero “buscaremos alianzas con los partidos de izquierda. Claro que buscaremos a Andrés Manuel, pero que no piense que lo vamos a estar esperando, pues ya tenemos la nariz chata de tantos portazos que nos ha dado cada vez que lo hemos ido a buscar”.
Y si no es con Morena, entonces la alianza será con el PAN.
O sea, primero van a buscar a los enemigos de la apertura comercial y del papel protagónico del sector privado en la economía, y si no les hacen caso, entonces van con los impulsores del libre comercio y de la reducción del papel del Estado en la economía.
Eso se llama desorientación y oportunismo de un partido que está acabado como opción propia.
Agustín Basave, presidente del PRD, expuso al finalizar esa reunión que tienen el ánimo para ir con el PAN en las elecciones del próximo año y en las de 2018, “pero no iríamos con un candidato panista, ni tampoco con un perredista, sino que buscaríamos postular a un personaje externo”.
Ya comentaremos el lunes del candidato o la candidata presidencial del PAN, pero que el PRD ponga condiciones a Acción Nacional para ir juntos en 2018 está fuera de lugar.
Solo, el PRD no vale nada.
Donde no fue en alianza con el PAN, el PRD hizo un papel muy menor en los comicios del domingo.
En Tamaulipas perdió el registro, pues obtuvo solo el 1.21 por ciento de la votación.
También desapareció en Sinaloa, donde “gobernaba” con el PAN: tuvo el 2.34 por ciento.
En Puebla, donde también “gobernaba” en alianza con Acción Nacional, esta vez fue solo y alcanzó el 3.84 de los votos emitidos.
Los perredistas también fueron solos en Chihuahua. ¿Cómo les fue? Perdieron el registro como partido político en el estado: 2.34 por ciento, como en Sinaloa.
Con su candidato en Aguascalientes les fue un poco “mejor”. Tuvieron 5.75 por ciento.
En Hidalgo, donde han llevado tres veces al mismo candidato y se supone que hay una fuerte corriente de izquierda, los perredistas lograron el 14.3 por ciento de los votos.
Sólo en Tlaxcala fueron competitivos, donde sacaron 29.9 por ciento, lo que es nada por lo escaso que gravita esa entidad en el padrón electoral del país.
También hubo elecciones municipales en Baja California, donde se renovaron las alcaldías de Mexicali, Ensenada, Tecate, Tijuana y Playas de Rosarito. Salvo en Ensenada, donde el PRD tuvo 3.84 por ciento, en ninguno de los demás municipios llegó al dos por ciento.
El PRD está acabado como partido con posibilidades de hacer algo solo, o ser hegemónico en una alianza.
Murió el domingo.
El Chapo y el futuro de los periódicos
Un buen amigo casi logra convencerme ayer de que los periódicos van a desaparecer bajo el peso de las redes sociales, que es el instrumento de los jóvenes para informarse de lo que les gusta, y eso que les gusta no es la política sino el entretenimiento.
Primero, y antes de entrar al punto, soy de los que piensan que tal argumento es erróneo porque los jóvenes nunca han leído masivamente periódicos, ni en esta década ni hace tres. Y tampoco les ha interesado grandemente la política. Hay excepciones, sin duda.
Ahora los jóvenes disponen de herramientas digitales novedosas para enterarse de lo que primordialmente les atrae: los deportes, la música, el humor.
Los periódicos se van a acabar cuando estén permeados por la irresponsabilidad que hay en redes sociales, donde se puede mentir sin cortapisas.
La semana pasada cerró con la noticia de un diario inglés que “informaba”, mediante una entrevista con la “hija” del Chapo Guzmán, que éste había pactado sus fugas de la cárcel y que mientras era perseguido en la sierra de Durango él iba y venía a Estado Unidos.
Se trata de una gran imbecilidad por donde se le quiera ver. Al grado de que la oficina legal del propio Chapo emitió una carta en la que desconoce la existencia de la “hija”.
Dio la vuelta al mundo la versión de que autoridades mexicanas ligadas al capo lo dejaron escapar, hicieron un pacto, y luego traicionaron el acuerdo y lo volvieron a apresar.
Sí, se trataba de una bomba informativa… sólo que no era verdad.
La credibilidad de los periódicos quedó a la altura de las redes sociales, donde hay que tomar la información con pinzas pues viene de manos no profesionales.
¿Cuál es la diferencia entre soltar una mentira a ver si pega en redes sociales, y publicar en un periódico ese absurdo del pacto con el Chapo que… lo devolvió a prisión?
En las redes sociales pueden darse esos abusos, de mentir, tratar de engañar, hablar de oídas, pero un periódico tiene que confirmar una información de ese calibre.
Para entretener con información no verificada las redes son mucho más divertidas y menos peligrosas que los periódicos. Ya sabemos que ahí escriben amateurs o que la información viene contaminada de propaganda, desahogos personales o ganas de tergiversar por si alguien cae.
Un periódico no funciona así. Los diarios deben asumir todos los días una postura política ante la realidad que tiene múltiples dimensiones, pero no puede mentir.
Los diarios –los impresos- de izquierda, de centro o de derecha, hacen política desde el momento que jerarquizan la información. Algunos le darán mayor relevancia a tal o cual tema, o hará sus investigaciones para probar que equis o zeta personaje es un rufián o un prohombre.
Lo anterior es válido siempre que no se mienta. La información puede ser parcial, pero debe ser irrefutable.
Lo que hemos visto con el caso de la “hija” del Chapo y la historia de las fugas y el regreso voluntario del capo al sitio donde lo buscaban, es una muestra de cómo el buen periodismo seguirá siendo imprescindible.
Y que la ligereza y la mentira es la única arma que podrá derrotar a los periódicos.