Poder y dinero
Elecciones sin credibilidad
Las elecciones que se celebrarán el próximo domingo en 12 estados de la República se darán en un contexto de falta de credibilidad y crisis de las instituciones del Estado Mexicano, especialmente los partidos políticos.Hoy la enorme mayoría de los mexicanos hemos perdido la esperanzade que el país logretransitar exitosamente hacia un régimen democrático y transparente; expectativa que tuvimos fugazmente a partir de las traumáticas elecciones de 1988 y de las reformas en materia política electoral de la década de los 90.
Si en los hechos nunca se respetó la voluntad ciudadana de manera cabal en unas elecciones presidenciales a partir del 88, si hubo signos de voluntad de avanzar hacia el respeto del sufragio ciudadano en los procesos de renovación del Congreso de la Unión y de los poderes de la entidades del país a partir del gobierno encabezado por el priísta Ernesto Zedillo y los panistas Fox y Calderón. Sin embargo, estos signos democratizadores se desvanecieron rápidamente con el empoderamiento de gobernadores y dirigentes partidistas con una cultura clientelar, que se adueñaron de los populistas y obscuros programas sociales creados por el salinismo, bajo el nombre de Solidaridad.
Estos programas que surgieron a partir de la necesidad de reducir la presión social por la incapacidad del neoliberalismo de generar los empleos que la sociedad demandaba, fueron rápidamente cooptados y degradados por sus administradores a nivel federal y por buena parte de los gobernadores en los niveles locales, quienes los transformaron en tasa de cambio por el voto corporativo.
Los resultados de las elecciones del próximo domingo en mucho dependerán del recurso económico que los candidatos hayan desembolsado durante transcurso de las campañas y el día de la elección, así como del respaldo económico, traducido en inducción y compra de votos de los ciudadanos más necesitados, con que hayan contado de parte sus partidos y correligionarios en los gobiernos locales. Hoy en México las elecciones no se ganan con las mejores propuestade acciones y políticas públicas; se ganan mediante la compra del voto dada la necesidad económica del votante, ya sea mediante entrega de dinero en efectivo, vales para adquirir bienes básicos y materiales de construcción, odespensas de “frijoles con gorgojos”, en palabras de López Obrador.
Seguramente por ello, el surgimiento y fortaleza de candidaturas independientes es vista como una opción por la ciudadanía, aunque en los procesos del domingoparece no haberse concretado como la vía mas atractiva.
Lo que si queda claro es que el conjunto de los partidos políticos que estarán en las boletas han perdido la credibilidad ante la ciudadanía, con la excepción de Morena, gracias a la tozudez e imagen de integridad moral que Andrés Manuel López Obrador ha tenido la capacidad de transmitir a buena parte de la opinión pública.
Ante esa perspectiva es previsible una baja votación en la mayor parte de las entidades donde hay elecciones. También es de esperarse que en aquellos estados donde la práctica del clientelismo está arraigada, los candidatos de los partidos que actualmente los gobiernan tengan buenas posibilidades de obtener la votación mayoritaria.
Sin embargo, no deben descartarse sorpresas en entidades como Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala y Chihuahua, donde hay candidatos que cuentan con una buena dosis de credibilidad que pueden dar la sorpresa y un halo de esperanza a la pisoteada democracia mexicana.
Seguramente, cualquiera que sea el resultado varias de las elecciones en juego se resolverán en el Tribunal Electoral.
¿Y LOS INGRESOS FISCALES?
En días pasados el Secretario de Hacienda se reunió los coordinadores de los grupos parlamentariosdel Congreso. A propuesta expresa del Coordinador del PAN, el michoacano Marko Cortés, en el sentido de bajar el impuesto sobre la renta para incentivar las zonas económicas especiales, el funcionario señaló que no es momento para disminuir las fuentes de recaudación del gobierno.
Y en efecto, no es momento para pensar en disminuir impuestos en un contexto en que los ingresos fiscales han caídobrutalmente por la reducción de los precios internacionales del petróleo y de las exportaciones de crudo mexicano, por incosteabilidad.
Para incentivar la inversión productiva, tanto nacional como extranjera, hay que ofrecer garantías de seguridad y estabilidad a los inversionistas.
Valga aquí comentar a manera de ejemplo que el año anterior, por los riesgos que implica la inseguridad, dos importantes empresas estadounidenses en el ramo del procesamiento del aguacate, que decidieron establecer sendas plantas de proceso con una generación cercana a mil empleos cada una, prefirieron hacerlo en el Estado de Guanajuato, en lugar de en alguno de los municipios de la región aguacatera de Michoacán.
Lejos de pensar en disminuir las fuentes de recaudación del gobierno, como señala el Secretario Videgaray, él mismo debiera estar ideando como incrementar la recaudación fiscal no petrolera, pero no a costo de los trabajadores, los consumidores, y las pequeñas y medianas empresas, sino a partir de terminar con la elusión, la evasión fiscal, y los regímenes de excepción, sobre todo de los grandes grupos económicos y los hombres más acaudalados del país; allí están los 15 mexicanos más ricos que presenta la revista Forbes, y que en conjunto poseen 180 mil millones de dólares (3.34 billones de pesos a la tasa de cambio del día de hoy), los bancos asentados en México, que no mexicanos mayoritariamente, y los monopolios de la televisión, entre otros. Individuos y personas que como es publicamente reconocido, han sido por décadas beneficiarios de un trato benévolo por parte de las autoridades fiscales en turno.
Si el país no incrementa sus ingresos fiscales en los siguientes años, México corre el riesgo de convertirse en pocos tiempo en un Estado fallido. Y esta afirmación no es amarillismo.