Paz y NEM
LA DESCONFIANZA MANDA. Los políticos y sus partidos-o a la inversa-, no miden el grado de desconfianza que se han ganado de la sociedad. Arropados por los intereses de sus grupos, no dan crédito al descrédito que tienen por la forma y el fondo en cómo se auto trituran. Las maneras verticales de imponer candidatos es lo más palpable porque es el tema del momento. Pero igual afuera de esa coyuntura, la conducta general de los partidos no genera confianza en sus bases, y peor es la percepción entre el grueso de los ciudadanos. Las cúpulas partidistas en cada escala, a diario presumen actuar con democracia y autocrítica. Nadie o muy pocos les creen. Establecen reglas supuestamente democráticas y transparentes para normar procesos internos y a medio trecho resultan medidas “dirigidas” para favorecer a tal o cual. A estas alturas, previo a que los partidos registren a sus abanderados para el proceso electoral de junio, el resultado interior en cada uno son revueltas completas que hacen crecer la desconfianza en el proceso mismo. En esta peligrosa situación tienen mucho que ver las autoridades responsables de lo electoral. No existe regulación alguna a los procedimientos internos de cada partido para la selección de sus candidatos.
El PRI puede decir que serán escogidos en asambleas de Delegados o Consejos Políticos, pero resulta que estos no existen o bien no están actualizados y la imposición de candidatos se concreta sin temor a ser reconvenidos. Pero es un hecho que paso a paso se va mermando la credibilidad al partido aumentando la desconfianza de propios y extraños. Lo mismo ocurre en el PRD. Nace bajo el compromiso primordial de poner en manos de sus bases la participación individual para elegir como candidatos a “quien las bases determinen” mediante procesos internos. Internos sí, pero poco o nada democráticos. Las experiencias aleccionan que en lugar de unir, terminan peor que desunidos. Otra fórmula para imponer han sido las llamadas “candidaturas de unidad”. Ni en el PRI ni en el PRD hay ejemplos de tal cosa. Son acuerdos cupulares en los que a regañadientes se reparten el poder distribuyendo los cargos desde arriba hasta abajo sin importar pisotear a las bases, y sobre todo, el descrédito que va en aumento en cada proceso. Es el caso ahora mismo lo que ocurre en los tres principales partidos. Es opinión abierta de que el PRI escogió de candidato a gobernador al peor de los que se citaban. Y las cúpulas lo declaran “candidato de unidad”. Y de ahí viene la cascada impositiva hasta los pies del tricolor. Y en cada paso y caso lo definen por igual: “la unidad priísta, las bases del partido decidieron”.Conceptos y manejos soberbios que abonan al descrédito ante los seguidores y la sociedad. En el caso particular del puerto, el PRI tiene a una de sus mejores cartas para la alcaldía. Pero poco le ayuda la calidad de la candidata a la diputación local y lo mismo para gobernador. Y esto puede ponerse peor o algo mejor dependiendo el tino para integrar la planilla para síndico y regidurías. Pero esto no es ganancia alguna para el PRD y su abanderado. Hay juicios serios que ponen peor la situación del sol azteca. Silvano puede ser el mejor candidato de entre los competidores visibles. Pero no fue esa calidad por la que lo eligieron. Fueron los arreglos cupulares para la distribución de las candidaturas tanto a las diputaciones como las alcaldías. Hasta ahora tienen en zozobra a las bases y grupos perredistas en el puerto. Pretenden disfrazar las imposiciones con supuestas o ¿verídicas? “encuestas”. El problema de fondo no es si aplicaron la consulta. El verdadero problema es que no hay crédito de los grupos ni de las bases para con las cúpulas. Es decir, mientras no haya transparencia, mientras no haya congruencia entre el decir y el hacer, no habrá confianza hacia las medidas que apliquen. Caso concreto: ¿Quién le cree a la dirigencia estatal que una encuesta puso en primer lugar a la señora Angélica Rico para la diputación local? Acaso los militantes son más listos que los dirigentes porque dan por hecho que fue un acuerdo para favorecer a un grupo-por cierto muy mermado en todo-, sin importar las consecuencias. La regidora Sonia Ramírez puede no ser la más capaz, puede no ser la mejor, pero no podrán restarle el mérito ganado a pulso de que fue la única mujer del PRD que hizo trabajo desde mucho antes y logró convertirse en la mejor garantía para que el PRD retenga la diputación local. La decisión cupular va en sentido contrario de los intereses del partido y del propio aspirante a la gubernatura. Hay quienes se ufanan también en festinar que el CEN le haya quitado la plurinominal a la esposa del alcalde preso. Hubiese sido un golpe a esta mujer si una autoridad oficial le determina “inelegible” para un cargo popular. Pero la burda maniobra se convirtió en un auto golpe para el partido y su complicada competencia electoral que va a menos en cada determinación de cúpulas. No soy quien para ponerle o quitarle calidad moral a Nayeli Pedraza y compañía. Lo que sostengo es que quienes la defenestraron, no fueron las bases, no fueron los grupos locales, fueron los intereses de las cúpulas los que primero la pusieron y luego la quitaron doblegándose a las presiones surgidas con o sin razón. Y al sol azteca le falta decidir candidato o candidata para la alcaldía. Algo puede ayudar el que la abanderada sea la aún diputada local, Silvia Estrada y como síndico Rogelio Ortega junior; pero esto sin desatender el reclamo abierto por el desaire a la regidora Sonia Ramírez. No es poca cosa el que en horas logró ayer juntar a 300 almas y a la mayoría de candidatos a las regidurías. Sospechan que el miércoles se decide con firmeza para quien el registro a la diputación local. Esa tarde también determina este grupo el curso de su inconformidad. Al tiempo. Estoy seguro que más temprano que tarde, según el grado de inteligencia y visión, el mismo Silvano, y no se diga en lo local, tendrán que tocar las puertas de Nayeli Pedraza, si es que antes no acepta trasladar sus intereses a otros colores partidistas, que unos le ofrecen, otros le insisten y alguno la puede convencer.
LAS SIGLAS DE PARTIDOS. No soy capaz de medir en porcentajes las simpatías que tienen los principales partidos. Para mísolo son tres letras diferentes. Sin embargo, me atrevo a decir que de las personas que los abanderan para la gubernatura, hasta ahora, que aún no hay registros ni campañas, a la cabeza va Cocoa Calderón, le sigue Silvano Aureoles y rezagado en el tercer lugar Ascensión Orihuela. HASTA LA VISTA