Conoce la cartelera cultural para este fin de semana en Michoacán
MORELIA, Mich., 26 de marzo de 2012.- La Asociación Rotary International distinguió a la socióloga y psicoterapeuta Alma Espinosa Menéndez como La Mujer del Año al reconocer su trayectoria profesional y su labor en la Asociación Civil Codemi, que ha promovido la marca Consume lo que Michoacán Produce y ha apoyado el trabajo de decenas de micro empresas y productores michoacanos a lo largo de 10 años. Hace más de 50 años que esta agrupación mundial de Rotarios reconoce una vez al año a la mujer que ha realizado una destacada labor profesional y social en favor de su comunidad. Las reglas de los Rotarios establecen que se presenta la trayectoria de varias candidatas para recibir la distinción, se da el tiempo de dos semanas para esperar posibles impugnaciones a las propuestas, y una vez transcurrido este tiempo, se decide por votación a quién corresponde el reconocimiento. En este caso, Alma Espinosa Menéndez fue electa de manera unánime por las integrantes del Club Rotario Morelia Camelinas para recibir la distinción de La Mujer del Año. A continuación, el texto íntegro de la reflexión que compartió la galardonada con las asistentes al evento:Mi trayectoria personal y emocional Agradezco muchísimo esta distinción como La Mujer del Año que el Club Rotario Morelia Camelinas hace hacia mi persona.Me parece que me toca hacer uso de la palabra. Y me toca, en este caso, hablar de mi trayectoria. Sin embargo, ya Eva habló de lo que he hecho en el sentido de qué he estudiado, en qué estoy Diplomada, en dónde he trabajado. Pero en ese currículum, no está plasmado lo que ha pasado dentro de mí mientras transitaba esa vida personal, individual, emocional.He sido una mujer trabajadora, gestante, amamantante. Tuve una hija y un hijo, que me han dado 2 nietas y un nieto, y he vivido con una pareja que me ha acompañado desde hace 33 años.En el transcurso de esa vida, me hice muchas preguntas, que seguramente, muchas de ustedes también se han formulado a lo largo de la vida: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué yo? ¿Hacia dónde voy? ¿Por qué hice lo que hice, y dije lo que dije? ¿Por qué estoy aquí ahora, o para qué?Muchas preguntas pueden plantearse al mismo tiempo, y sin embargo todas ellas están referidas al oficio de vivir.Pues…No tengo las respuestas, pero tengo mis respuestas, las que he ido encontrando y las que me han ido abriendo caminos más adaptables a la vida, caminos menos exigentes con las personas y conmigo misma, caminos más flexibles que por lo mismo se readaptan una vez y otra, a las circunstancias.Creo que la primera cosa es encontrar el justo lugar en el que nos encontramos. No somos lo grande que a veces creemos ser, ni tampoco más ni menos de lo que nos sentimos ante ciertas personas. Veo ahora a todas esas personas tan iguales a mí, en el mismo lugar, con la misma valía: yo no soy más, pero tampoco menos que nadie más.Ese fue el primer descubrimiento: En cuanto me coloco igual que los demás, reconociendo que encima de mí y que a mi alrededor hay un infinito superior, me siento ubicada, soy máshumilde, espero menos de los demás, me exijo menos a mí misma y respeto lo que disiente de mis ideas. Reconozco que soy parte de algo muy grande, que escapa a lo que puedo humanamente entender, simplemente lo acepto, porque es patente y visible: soy una pequeñísima parte del universo, a la vez que valiosa en tanto que soy única e irrepetible.Las personas que me rodean, también son únicas e irrepetibles, a la vez que partes que integran el universo.Cada quien transita por la vida como puede, es decir, con su propio sentido de vida. He encontrado una metáfora que lo explica: Nacemos con una caja de herramientas que vamos cargando toda la vida: Algunos la ven y ni siquiera se asoman a su interior, sólo la cargan. Otros, con curiosidad, se acercan a ver qué hay dentro de la caja, y descubren un martillo, unas pinzas, varias formas de desarmadores…y se dan a la tarea de encontrar para qué les puede servir cada herramienta.Estas personas, aprenden a vivir de manera adaptativa y funcional, con flexibilidad ante las cosas que suceden, porque descubren que son herramientas para la vida, y aprenden a usarlas. Claro que van cargando su cajita, pero saben que la carga es útil.Hay otras muchas personas que viven creyendo que el mundo y las personas deben reaccionar como ellas quieren, o esperan, o como “debe ser” o como “tiene que ser”. Aquí empieza lo disfuncional de muchas vidas que no encuentran manera de sintonizar con lo que ocurre, simplemente, no se abren a pensar que las cosas ocurren y en muchas de ellas, o en casi todas, no tenemos cómo incidir: aquélla persona ingrata que no me agradeció como yo esperaba a pesar de haberle dado tanto; o aquél otro que no recuerda que he estado presente cuando me necesita; o simplemente, aquella que no me saluda, el olvido de mi pareja de algo que le pedí, el tono de voz de mis hijos cuando están enojados, qué sé yo.Hechos, todos ellos, que no tenemos cómo diseñar para que salgan “como yo quiero o espero”, y que simplemente suceden como suceden.Muchas veces nos damos cuenta de que vamos por la vida creyendo que hay cosas que “son terribles, o que no las soportamos” e incluso, esas expresiones forman parte denuestro lenguaje cotidiano. (Es que no la soporto…es que es horrible…una cosa insoportable). Cuando caigo en la cuenta, veo hacia atrás de mi vida, y me doy cuenta de “todo lo que en realidad he tenido que soportar” y sigo aquí, de pie, mirando y esperando al futuro, habiendo agradecido y honrado mi pasado, y viviendo mi presente tan simple y tal cual es, aceptando que las personas se mueven y actúan de acuerdo con las herramientas que cada quien tiene, asumiendo que yo no tengo el poder, ni es mi misión ni mi tarea de cambiar nada, más que a mí misma.Entonces, cuando ahora encuentro algo que no puedo cambiar, lo miro, me acerco y sé de antemano que no tengo ese poder ni es mi misión cambiarlo. Entonces, entre mis opciones, está: lo acepto, (aunque no coincida) porque sucede, así de simple.Y entonces entra otra de mis herramientas: Entiendo que cada cambio en mí, provoca cambios en las cosas, en las personas, en las maneras de reaccionar de los otros, esa es una ley.Ya Einstein nos aportó que hay una fórmula tonta, que es esperar que las cosas cambien cuando siempre haces lo mismo; lo mismo, te lleva a lo mismo. Por ello, cualquier pequeño cambio que uno opera en sus reacciones o comportamiento para con los demás, saliéndose del patrón habitual (tu “piloto automático”), provoca pequeños o grandes cambios, pero los provoca: de repente, al yo modificar mi patrón de conducta o de reacción, veo que se modifica también lo que sucede como consecuencia de mi actuar.(Recuerdo el “efecto mariposa” que dice que cualquier pequeño aleteo de una mariposa en un lugar del mundo, puede provocar un huracán en otra parte de ese mundo) Así sucede con los comportamientos humanos, y este postulado, no se puede cambiar. Lo que sí se puede cambiar es lo que uno hace, como uno reacciona, lo que está esperando del otro…Y repito, en cuanto me acepto como ser finito, parte de un universo infinito y aprecio mi justo lugar como ser valioso, único e irrepetible, pero no más grande que nadie más, ni me comporto con soberbia (ubicándome más alto) ni con sometimiento (ubicándome más abajo). Aprendo así a ver a las personas como iguales y a tratarlas con respeto (a mi pareja, a mis hijos, a mis amigas, a mi suegra, etc).Desde ahí, puedo ver al mundo por primera vez sin una expectativa incumplible: lo veo, lo acepto, acepto lo que sucede en mi interior, con todos mis miedos, mis envidias, tristezas, enojos, amor y felicidad.Me reconozco como persona que siente y como responsable de decidir qué hago con lo que siento. Responsable de lo que hago cuando un gran enojo me invade, de los pensamientos que tengo y de la conducta que elijo para expresarlo, así como de los niveles en los que manejo mis emociones en general.Si cuando me siento herida por alguien voy por la vida pensando que necesito que se den cuentay me den una disculpa, que deben dejar de herirme…que tienen que…es cuando hago un alto!Nadie “tiene que o debe” nada…simplemente yo acepto que muchas personas están reaccionando a sus carencias, a sus esquemas y patrones y pilotos automáticos, y es cuando entra en escena mi cajita de herramientas: decido qué hacer.En el peor de los casos lo que puede pasar, es que esa persona en realidad haya querido astimarme, entonces decido poner mis límites (para eso sirve el enojo, precisamente, para poner límites, aunque en estos tiempos se ha usado el enojo para agredir).Lo primero es aceptar lo que yo siento, sin recriminarme y sin reprimirlo. Cada emoción tiene su importante tarea en la vida para indicar qué es lo que necesito hacer.El enojo, a poner límites el miedo, a cuidarmeLa envidia, a trabajar más para alcanzar lo que deseoLa tristeza, para retirarte un poco de la vida para poder darle nuevo significado a las cosas, para recibir consuelo y abrazos.El amor, para moverte hacia la procreación, y desear que los demás sean felices tezaEl disgusto, como aviso de que tienes cosas pendientes para resolver.Todas esas emociones son útiles, cuando tienen un nivel del 1 o del 2, pero cuando son del 5, no sirven para nada:El enojo del 5, te ocasiona conductas y reacciones fuera de proporción y es cuando se grita o agredeEl miedo del 5, te paralizaLa tristeza del 5 te lleva a la depresión.Las emociones no son en sí ni buenas ni malas, simplemente tienen una función de aviso, y la reacción o conducta que se deriva de sentirlas, es lo que nos puede ocasionar problemas.Por eso, la práctica de explorar qué es lo que siento y qué voy a hacer con ello (cómo quiero reaccionar de acuerdo con mi meta) es lo que me permite una vida más funcional y másadaptada al entorno, es lo que de manera continua, le da sentido de vida a mi vida. Así es como he ido aprendiendo a aceptar lo que no puedo cambiar. En realidad, ni siquiera sé cuántas cosas de mi pasado pude cambiar, cuántas dependieron en realidad de mí, o si en realidad lo que sucedió al final de cada circunstancia es que logré adaptarme al resultado sin modificar nada, es decir, que logré aceptar el resultado.Ahora veo que no tengo ni tenía yo nada de grandioso ante lo que ocurre, que no soy poderosa para cambiar las cosas a como yo las quiero o las quisiera.Sé que soy poderosa para aceptar que hay cosas que no puedo cambiar, sé que soy poderosa para encontrar otras formas de ver la vida, otras formas de interpretar lo que ocurre a mi alrededor, saliéndome de mis viejos patrones del “tiene que” , “así debe ser”, “así me enseñaron”…Sé que sí puedo hacerme responsable de cómo reaccionar ante lo que siento cuando tengo “x” o “y” pensamiento, y sé que puedo también cambiar esos pensamientos que son el producto de mi educación y de mi formación, de la sociedad y de todo lo que he aprendido. La única dueña de lo que pienso soy yo, y sé que puedo escoger los pensamientos más adpatativos para las metas que tengo.Ese es el poder que me reconozco, es el gran poder de diseñar cómo quiero vivir mi día y para qué quiero hacerlo de esa manera, es mi sentido de vida.Hay por ahí una anécdota que les comparto:Van dos personas corriendo por la mañana, una de ellas se detiene a comprar el periódico, el muchacho del puesto de periódicos se lo avienta, ante lo cual el comprador le dice “muchas gracias, buen día”. Su compañero de ejercicio se sorprende y le pregunta “¿porqué le contestas tan educado? mira cómo te aventó el periódico!.¡Ah, le dice, el que decide cómo reacciono soy yo, no él.Y siguió corriendo tranquilo.Reconozco poder en la persona que decide cómo reaccionar ante lo que sucede, ante lo que no se puede cambiar, si su meta es iniciar un día tranquilo.Creo que el dolor de muchos momentos en la vida, es aleccionador. No se anula, no se quita, es un proceso que se vive…aceptándolo y vivenciándolo es como mejor se va…El dolor tiene su razón de ser, es decir, tiene su “para qué”.Lo que sucede es que muchos humanos toleran poco los dolores, o de plano no quisieran sentirlo nunca.No hay receta para poder perdonar. Pero puede haber un para qué hacerlo: …el perdón es algo que llega cuando uno decide perdonar, no hay de otra. Perdonar es como liberarte de algo tú misma, al perdonar dejas una pesada carga que irónicamente, tú decidiste cargar. El perdón no es aceptación del daño, sino aceptación de la necesidad y derecho de tu libertad de dejar de cargar con eso.¿Cuáles son los pensamientos que rodean el no poder perdonar? Quizá “es injusto, no lo merezco”; “fue terrible, no lo soporto” “es una traición, no la toleraré”…no sé, cuántos más pensamientos pueden haber alrededor de sentir un agravio o afrenta, o herida…Pienso que todas las personas tenemos un sinfín de maneras de interpretar la vida, lo que sucede. En muchas ocasiones, el que nos infringe un daño, es posible que no estuviera deseando hacerlo; en otros casos, sí. En ambos, el dolor es el mismo. En todo caso, perdonar es abrir una posibilidad para ti, y la tienes en la mano, basta con que lo decidas:mirar hacia lo que viene y dejar lo que ya pasó, ya no puede arreglarse, de ninguna manera, es imposible, y sufrir por eso, es una decisión que puede tomarse con el poder de decidirlo; ese es el poder, no el de cambiar el pasado, sino el de incidir en el presente, decidiendo o pensando que “éso” es parte del pasado, que quiero dejarlo atrás, que decido que ya no me estorbará en el presente. De ahí viene la palabra: el pasado es historia, el futuro es imaginación, y el presente es un regalo: por eso se llama presente. Eso es encontrar una meta, es encontrar para qué perdono, el sentido de hacerlo.Sé que no es fácil decidir esas cosas, porque tenemos un patrón que ha actuado sobre nuestras reacciones, pensamientos y comportamientos durante toda la vida, y esos patrones son aprendidos, heredados: de la madre, de las relaciones familiares, etc. Pero así como aprendimos ese patrón (sin saber exactamente cuándo ni cómo) también se pueden aprender otros, es decir, escoger otros.Se necesita que lo imagines como probable y después como posible, para que tu mente se abra y conciba ese cambio hacia lo nuevo…y entonces, empieza a darse…Bueno, las metas son variables, dependen de muchos factores. Muchas personas llaman “fracaso” a eso de no obtener lo que se quería. Pero nadie, nadie, tiene control sobre el futuro. Y así, con ese respeto a que no tengo ese poder, asumo que muchas veces he logrado resultados distintos a los esperados, sin que eso sea un fracaso. El cerebro recibe muy fuerte ese concepto de “fracaso”, y le pega a la autoestima.Voy por el camino de la vida, aprendiendo a ser, a adaptarme a cada circunstancia que se presenta, no lo sé todo, no lo he perdonado todo, no me han herido todo lo que seguramente me herirán. Veo hacia atrás, y me doy cuenta de que soy un ser fuerte, resistente: basta ver todo lo que he aguantado, todo lo que he soportado, y sigo de pie. He desechado ese pensamiento de que “no lo soporto” o “no lo tolero” o “es horrible”. En realidad, todo eso estuvo sólo en mi cabeza, yasí, le dí el peso proporcional para poder seguir adelante sin carga extra. He encontrado el “para qué” de muchos momentos amargos, tristes y en soledad.El dolor no puede sanar si los pensamientos que lo acompañan son de vivirse tratado con injusticia…revisarme, mirar otra vez todo lo que he aguantado en la vida, siento todas las veces que antes he llorado, que antes me he sentido tratada de manera injusta, recuerdo las ocasiones en que el dolor me ha llenado…hoy miro cómo lo pude superar, cómo pasó y dejó su huella, que hoy me es útil para valorar lo que tengo, para darle una dimensión y un peso diferente a lo queme pudiera acongojar. Llorar o sufrir largamente por algo o alguien, es darle el poder de uno mismo a ese otro o a esa otra cosa: mi poder está en querer pensarlo de manera diferente, para que salga de mi corazón y lo deje descansar.Entonces las lágrimas dejarán de salir…por lo pronto, hasta el próximo episodio que seguramente la vida me pondrá enfrente, y que con la experiencia podré manejar mejor.Reviso cómo he salido adelante, cómo es que he llegado hasta donde hoy estoy: lo que he logrado yo sola, con mis recursos emocionales, lo que he sembrado, los recursos que he desplegado, mi cajita de herramientas a mi lado, para usarlo cuando sea necesario: miro cuándo he usado cada una y me doy cuenta cómo nadie, sino yo misma, he salido adelante, he dado los pasos que tenía que dar, cuando los dí, respondiendo exclusivamente a las circunstancias de ese momento, porque no tenía otra manera de responder… Así nos pasa a todas las personas, en todos los momentos.Cada quien, en su cada cual circunstancia, respondió en el momento con la capacidad que en ese momento tuvo.Entender eso permite que el perdón llegue.Hoy vivo la vida plena, sin esperar nada en específico; todo lo que me llega es una sorpresa, no invierto mucho tiempo en pensar que quisiera poder controlar el futuro, no; ahora invierto mis momentos conscientes en lo que vivo; el ayer me dejó su huella imborrable, valiosa, dolorosa y definitiva para lo que hoy soy.El mañana ha de llegar y estoy preparada para recibirlo. Hoy sólo quiero sentir el amor de mi gente cercana y dejarles sentir que los amo, por sobre todas las cosas, por sobre todos los sinsabores que pudieron haberse presentado.Mi hoy es lo que cuenta, mi sentido está en hacer de mi hoy lo más valioso que tengo…y me dura a cada momento, por todos los momentos de todos los días.Nada más le pido a la vida, sino la oportunidad de dar gracias por la vida que he tenido… y la que tengo.Muchas graciasAlma Espinosa Menéndez Marzo, 2012