Paz y NEM
Dios quiere sólo tu bien. Te ha traído todas las riquezas de vida. Te consuela, tiene trabajo y pan en abundancia. Te libra de los malvados que secuestran, roban, matan.
En tu vida. Pobres de los mexicanos tan amolados y tan lejos de Dios. Muchos pobres que no tienen dinero ni comodidades son los más pobres porque tan poco tienen a Dios. Viven sin él, sin su apoyo ni su providencia.
Los más pobres de todos son los que perdieron la fe porque no tienen el apoyo de su Papá del cielo. Tienen otros dioses: el dinero, el trabajo, los ídolos del mundo.
Dios habla. La historia de Dios con los hombres es la de una familia que recibe de su Papá toda la felicidad, bienes abundantes, vida plena, gloria. Para eso te libra de las garras de quienes atentan contra tu seguridad y tu vida.
Es la historia de los hombres tontitos, rebeldes, intratables que siguen al Maligno y quieren ser grandes según su capricho, necedad, conducta absurda.
Dios siempre nos busca, pacientemente, con insistencia, nos ruega que nos dejemos querer y aceptemos la fortuna de vida y de gloria que él nos ofrece. Nos ofrece el premio mayor y mucho más. Ha trabajado por los siglos, educándonos, preparándonos para administrar la abundancia.
Cuando la preparación se cumple y el tiempo está listo, se entrega a sí mismo en la persona de su Hijo, el Mesías que viene a abrir las compuertas del amor y de las riquezas de Dios para inundar la vida de los pobres.
Cristo aparece con el poder de Dios, enseñando su sabiduría, entregando la vida en las curaciones, haciendo que la alegría se desborde. Es la hora de Dios, el “hoy” de Dios como afirma Lucas a lo largo del evangelio.
Cristo hace llegar la salvación a toda la gente, a colonias y ciudades. Envía el número de colaboradores que es necesario para llegar a todas las naciones que viven sin Dios, a todos los hijos dispersos.
Es el número simbólico 72 del evangelio.
Ellos llevan una gran noticia, tan esperada: Dios cumple sus planes y está en medio de la gente. La salvación es para hoy. Vayan –dice Jesús-, denle trabajo bien pagado a la gente, libérenla de quienes los extorsionan, secuestran, denles seguridad para ya no tengan miedo ni preocupación.
Los manda a sanar las heridas, a curar las enfermedades graves: el cáncer, el SIDA, la diabetes, la depresión sin necesidad de operaciones, ni consultas carísimas.
Ya Isaías anuncia la alegría inmensa, desbordante: “Yo haré correr la paz como un río y la gloria como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas. Como un hijo a quien su madre consuela, así los acariciaré yo”. Así habla el Señor Dios.
La buena noticia es que Dios es generoso, rico en misericordia y hace maravillas en nuestro favor. Los cristianos, llenos de gusto, “celebremos la gloria y el poder del Señor, cantemos un himno de alabanza. Digámosle: tu gloria es admirable (salmo).
Acércate a Cristo en serio, dale otra importancia en tu vida para que tu situación cambie. No te quedes lejos, cerrado, preso en los negocios y vicios de la tierra. Deja que Dios te alcance y se desborden sus riquezas de vida, gloria y felicidad pura, verdadera, plena, definitiva.
Vive intensamente. Entra en la salvación, deja de ser un mirón que se queda en la orilla. Encuentra a Cristo y entra con él en la aventura más emocionante. Haz vida tu fe.
Cristo con nosotros. Cristo está en la misa, nos enseña las riquezas de vida y de gloria. Nos da todo, hasta nos alimenta con su cuerpo y con su sangre.
Para platicar en familia. Comenten: ¿Las riquezas de Dios llenan nuestra casa, estamos alegres? ¿Por qué no aceptamos los regalos del Papá del cielo?