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Lo que comemos nos enferma
Los supermercados están repletos de papas fritas, bebidas azucaradas, chocolates, congelados, conservas, harinas hervidas y un sinfín de los llamados alimentos chatarra Nos venden una gran variedad de comida desnaturalizada, procesada, con un “máso menos” de aditivos varios, que tiene un impacto negativo en nuestra salud. Sin embargo, los mismos que con una mano comercializan dichos productos con la otra nos ofrecen alimentos funcionales, “milagrosos”, para combatir precisamente los efectos perniciosos de este tipo de alimentación “moderna”.
Enfermos y gordos
La “dieta occidental”, es responsable de muchas de nuestras enfermedades. “Cuatro de las diez primeras causas de mortalidad hoy día son enfermedades crónicas cuya conexión con la dieta está comprobada: cardiopatía coronaria, diabetes, infarto y cáncer”. Una “dieta occidental”, con muchos alimentos procesados, mucha carne, mucha grasa y mucho azúcar añadido, que nos enferma y engorda. A principios del siglo XX, un grupo de médicos observó que donde la gente abandonaba su forma tradicional de comer y adoptaba la “dieta occidental”, pronto aparecían enfermedades como la obesidad, la diabetes, los problemas cardiovasculares y el cáncer, que se bautizaron como “enfermedades occidentales”.
Cada vez más personas con menos ingresos son empujadas a comprar productos baratos y menos nutritivos. Seleccionan opciones más económicas tanto a la hora de decidir el lugar dónde comprar alimentos y bebidas, como el tipo, calidad y cantidad de productos”. Con la crisis, la dieta de quienes menos tienen se deteriora rápidamente. Se compra poco y barato y se come mal. Uno de los productos que más ha aumentado su consumo, por ejemplo, son los dulces envasados (galletas, chocolates y pastelería)
Los gordos, paradójicamente, en general, son los que menos tienen, y, en consecuencia, peor comen. Sin embargo, los mismos que promueven una comida basura, de muy baja calidad, con un impacto negativo en nuestra salud, son quienes nos venden “alimentos milagro” para adelgazar, controlar el colesterol, reducir el estreñimiento, fortalecer el sistema inmunitario, mantener la densidad ósea. Al más puro estilo Doctor Jekyll y Mister Hyde es cómo actúan las grandes empresas de la industria alimentaria.
Danone es el rey. Vende un gran abanico de yogures de fresa, coco, plátano, macedonia, piña, limón. Aunque lo único que tienen parecido a la fruta es el sabor y el color. En su gama de postres destacan, desde siempre, las natillas de vainilla y chocolate, que nos acompañaron de pequeños, y, más recientemente, las de oreo y choco blanko, para las nuevas generaciones. No sea que con el paso del tiempo se pierdan las costumbres… y se abandone la marca.
Sorprendentemente, estos productos se clasifican en su web al margen de los que la empresa incluye en el apartado de “buenos hábitos”. ¿Será que no lo son? ¿Al web master le habrá traicionado el subconsciente? Es en esta sección de productos donde Danone despliega toda su, teórica, preocupación por nuestro bienestar y ofrece desde yogures Activia, “la forma más deliciosa -como dicen- de ayudar a tu salud digestiva”, pasando por los Actimel y “su exclusivo L-Casei, que incorpora las vitaminas B6 y D” hasta el Danacol Sin Lactosa que favorece, afirman, “una dieta sana y equilibrada que ayudará a reducir el colesterol”. ¿Qué más podemos pedir?
¿Cómo alimentarnos bien?
“Antes lo único que se podía comer era comida, hoy encontramos en el supermercado miles de otras sustancias comestibles parecidas a la comida: se desnaturalizan los alimentos, para luego vendernos otros artificialmente naturales, que nos dicen son mejores. La industria alimentaria y su publicidad han estigmatizado la comida de siempre. Nos han hecho creer que tomar fruta, verdura, legumbres y cereales era cosa de pobres.
¿Qué sentido tiene exprimir unas naranjas? Si podemos tomar un Bifrutas Mediterráneo Pascual, no solo con naranja sino, también, con melocotón y zanahoria y leche y con 0% de materia grasa y vitaminas A, C, E. ¿Por qué perder el tiempo en pelar patatas, zanahorias y cebolla para una crema cuando puedo comprar un Sopinstant de verduras Gallina Blanca ya preparado y, como dicen, “bajo en grasa, con menos sal y sin conservantes”? Parece que la comida de siempre ya no tiene “glamour”.
Sin embargo, en los últimos tiempos, las cosas han empezado a cambiar. Cada vez son más las personas que se preguntan qué comemos, de dónde viene lo que ingerimos, cómo se ha elaborado. La multiplicación de escándalos alimentarios y el auge de algunas enfermedades han encendido las luces de alarma. El consumo de productos ecológicos, campesinos, locales, de temporada aumenta, aunque representa tan solo un porcentaje pequeño del consumo global.
Comer bien implica avanzar en esta dirección, reapropiarnos de aquello que comemos, exigir que la producción de alimentos responda a las necesidades de las personas, tenga en cuenta al campesinado y a la Tierra, y no se supedite a los intereses económicos de la industria de la comida. Comer bien implica comer natural. Y aunque algunos digan que los alimentos naturales son un timo, lo que sí es un timo es cuando la industria, a través de tanto alimento funcional y “milagroso”, nos quiere vender gato por liebre.