Confirma requerimiento del IEM para registro de candidaturas
MORELIA, Mich., 9 de julio de 2013.- De acuerdo con el INEGI en los últimos años, el número de divorcios en México se incrementó considerablemente, ya que en 2011 se registraron 91 mil 285, mientras en 2010 fueron 86 mil 042 y en 2009 la cifra se ubicó en 84 mil 302, sin contar las separaciones. Vivir en pareja cada día es más difícil.
Los fundadores del Instituto de Ecología Emocional afirman que “no debemos renunciar a aquello que ha formado parte de nosotros, pero podemos iniciar la construcción de una nueva nación común. Es erróneo pensar que para que la relación funcione hay que perder la propia identidad y diluirnos en el otro. Tenemos la oportunidad de tender puentes amorosos entre dos existencias manteniendo, al mismo tiempo, cada una de ellas intacta”.
Ésta es la nación posible y maravillosa que podemos crear juntos si tenemos la voluntad de construir un proyecto amoroso común. Si bien no podemos prometer sentimientos, porque esto no está a nuestro alcance, sí que podemos prometer conductas encaminadas al cuidado y crecimiento del amor que sentimos.
Pareciera que la siguiente frase carece de asidero en la vida real: Decir pareja no es decir amor. Sin embargo, hay personas que se aman y no forman pareja. Hay personas que forman pareja y no saben cómo amarse. Hay personas que se aman pero su proyecto de convivencia fracasa. Veamos algunos porqués.
¿Pesan las creencias?
Respeto es la palabra clave. No debemos confundir forma con contenido, ni creencias con valores. Aunque los rituales y la práctica puedan ser diferentes, la mayoría de las religiones comparten unos valores de base: la bondad, la generosidad, la no violencia, el amor, el respeto, la compasión, la solidaridad. La convivencia de pareja entre personas con diferentes opciones es posible si ambas entienden que la religión, al igual que la espiritualidad, pertenece al espacio individual de cada uno y que no es obligado incorporarla al territorio común de pareja.
Dentro del Libro “Juntos pero no atados” de Jaume Soler y María Mercé Conangla (Ed. Amat), los autores —quienes estarán en México para impartir un Training en Ecología Emocional para Formadores del 19 de julio al 12 de agosto— establecen una serie de “errores” que las parejas tienden a reproducir de forma cotidiana.
Uno… “la media naranja”. Es contrario a lo que establece la naturaleza, dicen los autores, ya que debemos construirnos enteros y no esperar a que otro llene nuestras carencias. Hay muchas personas posibles con las que podemos formar pareja y con cada una evolucionaremos distinto.
La confusión en el amor-miento o enamoramiento. No elegimos de quién enamorarnos y no siempre al enamoramiento le sigue el amor. Éste sólo será posible si existe la voluntad de construir un proyecto amoroso conjunto.
Confundir la necesidad con amor. Cualquier persona se convierte en la víctima de las víctimas cuando su necesidad de ser amada eclipsa su necesidad de ser respetada y luego al sacrificio, cuando el cultivar la generosidad no es aguantarlo todo ni renunciar a nuestra propia evolución y proyecto de vida.
La exclusividad reduce nuestro territorio emocional y limita nuestra práctica en el arte de amar. No se puede poner vallas al amor. Amor incondicional, romántico y absoluto… De ahí hasta la comodidad y rutina.
El texto plantea un alto a las dependencias malsanas y propone que el proyecto personal no está reñido con mantener una relación de pareja estable. Es posible compartir un proyecto de vida con otra persona sin sentirse limitado u obligado. Forma parte de la conquista hacia el amor.
Dos personas, cada una con su propio proyecto de vida por desarrollar, conviven sin dedicar atención a la construcción de un proyecto común. Resultado: progresivamente se van distanciando afectivamente y llega un punto en que se convierten en dos extraños que sólo comparten el territorio y no saben qué decirse, aseguran los creadores de Ecología Emocional.