Revivirá Secum una Feria del Libro que beneficie a los michoacanos
MORELIA, Mich., 21 de septiembre de 2014.- Es el cuarto día de huelga.
El grito de guerra se mantiene: !Staspe, en pie de lucha!
En la Madero, la Juárez, la Ocampo, Morelos Sur, hasta Acueducto, allí en el mero Bosque Cuauhtémoc, se ven las huestes de Ferreya.
Tienen cerrado todo, todas las puertas de las oficinas públicas llevan el distintivo rojinegro, los colores de la lucha sindical.
Hay de todo: el chofer, la secretaria, el administrativo, la vieja burócrata que echa mano de sus ganchos y le pega al tejido, otra igual prendiendo el cigarro y exhalando el humo.
-Me pasa lumbre, madre?-, solicito.
-!Claro, m’ijo!-
-Como están? Qué sigue?-, la pregunto, mientras cubre el encendedor con sus manos y me prende el cigarro.
-Esperar. No hay de otra. Ya ves que dicen que el movimiento es ilegal-.
Se deja caer otro tanque de tabaco, mientras abre el Provincia.
“Confiamos en Toño (Ferreyra). Aquí estaremos. Vamos a ganar”, asienta la doña de unos 60 años, muchos de ellos otorgados al gobierno.
Le doy la vuelta al vetusto edificio de Palacio de Gobierno. Todo es igual, el mismo paisaje: banderas rojinegras, casas de campaña improvisadas, que resguardan celosamente los accesos a las oficinas públicas, y burócratas que esperan pacientemente las negociaciones de su dirigencia y el gobierno.
Salvo un baño movil, ubicado en la esquina de Juárez con Ocampo, cambia la panorámica.
Ahí acuden los huelguistas de la Contraloría, de Palacio, de la Dirección de Información y de la Secretaria de Salud.
Camino unos pasos y llego a la oficina de prensa, en Ocampo con Morelos.
Viejas amigas, caras conocidas, defienden la trinchera.
Mayra, Lety, Maritoña y Judhit, las de radio, cumplen con su guardia.
Son tres turnos, de ocho horas cada uno. En la noche les toca a los hombres. Las casadas y con hijos, durante el día.
-Como la han pasado?-, pregunto.
-Que no se ve!- responde irónica, una de ellas, a la que le dicen la bebe.
Se quejan. Aseguran que una huelga las desgasta aún más.
“Tenemos que sacrificar el domingo; pagar quien cuide a los niños. Ya hay problemas con nuestros esposos por venir a defender la huelga, pero no hay de otra. Somos solidarias y tenemos que estar en la raya”.
Son días difíciles, con lluvia y clima inestable.
“Quien más la lleva son los compañeros de la noche. A ellos les ha llovido y luego el frío”.
Viene un golf blanco con un ruido estruendoso. Música de banda, para variar.
Dos pelafustanes gritan: “pónganse a trabajar, pinches viejas huevonas”.
“Hasta esto tenemos que aguantar”, dicen.
Llego en un momento crucial. Apenas unos minutos antes se confirmaban la muerte del colega, Raúl, el fotoperiodista de Cambio de Michoacán.
“No puede ser posible. Nosotras lo vimos y saludamos el jueves. Vino a tomar fotos de la huelga. Se veía muy bien, tranquilo”, aseguraran.
Lo que son las cosas. Hasta una figura de San Juditas fue depositada en la puerta de prensa.
-Y esto..?-
“Es para que nos cuide y para que todo salga bien”, dice Mayra, cuya fe y catolicismo sorprende, porque no eran su fuerte. La conversión, obligada por la madurez, pues.
“Esto es hasta vencer o morir”, amagan.
-Pero no temen a las advertencia del gobierno, de que descontarán los días no trabajados y que posiblemente comiencen a levantar actas el día de mañana, por abandono de trabajo?-.
“No. La huelga es legal y defendemos nuestros derechos. Aquí el único ilegal es este gobierno que no llego con el voto de los michoacanos, sino producto de una negociación”.
Zas! Y recontrazas!
No se amilanan. Aseguran el tiempo y la ley le dará la razón a los empleados.
-Quien sostiene el movimiento? Que paga comida, los gastos generados?-, les insisto.
“Nosotros mismos. Siempre ha sido así. Somos muy organizados.
En cortesía, un café me es puesto en las manos. Frío, sin azúcar, pero con mucho calor humano.
“Tu disculparás, pero la cafetera no sirve”, es la justificante.
Cuarto día de huelga y como dijeran los Cadetes de Linares: aquí no hay novedad; aquí todo sigue igual…