Sobremesa/Antonio Soto

La salida del Comisionado

Finalmente fue retirado de Michoacán el comisionado federal Alfredo Castillo, después de una estancia de un poco mas de una año en la entidad. Para muchos el llamado “virrey” logró avances importantes en materia de seguridad, para otros, los logros alcanzados contra el crimen organizado fueron totalmente insuficientes, lo cierto es que su permanencia ya era mas que insostenible en tierras michoacanas. El cúmulo de críticas vertidas sobre su comportamiento e injerencia en todo tipo de asuntos,-muchos de los cuales nada tenian que ver con la esfera de su competencia-, eran expresadas por infinidad de actores y por diversos sectores de la sociedad michoacana.

Las presiones obligaron al gobierno federal ha retirar al funcionario en momentos en que ya había iniciado el proceso electoral y su permanencia estaba ocasionando muchos mas problemas que beneficios para el estado, sobre todo por que el protagonismo político de este personaje estaba metiendo demasiado ruido y generando demasiada inconformidad y malestar, no solamente con la oposición política al PRI, si no también con los propios militantes de ese partido. Este se metía prácticamente en todo, incluso llego al grado de intentar imponer candidatos a los distintos cargos de elección popular.

El peso político y decisorio de Castillo en Michoacán era determinante, con el se veía todo tipo de asuntos desde los económicos hasta los políticos, de igual manera el determinaba que empresa o constructora realizaría tal o cual obra pública como también el decidía quién debería ocupar las candidaturas del PRI a los distintos cargos, incluyendo por supuesto la opinión que este tuvo en la designación del candidato del PRI a la gubernatura. Sin duda que para la opinión pública el gobernador en los hechos era el; nadie tenía mayor peso político ni era mas influyente en Michoacán, con el se buscaba todo tipo de acuerdos, sus poderes eran superiores a los de cualquier autoridad local, tenía bajo su control, dominio y subordinación a los tres poderes del estado, no se diga a los poderes municipales, ya que no había alcalde al que no tuviera apanicado.

Los excesos cometidos por el representante federal y los últimos sucesos sangrientos ocurridos en La Ruana y en Apatzingan, fueron indudablemente causas determinantes para que el gobierno de Peña Nieto decidiera retirarlo del estado, sin antes haber alcanzado el propósito para el cual fue enviado. Son ya demasiadas las voces que aseguran que el crimen organizado nuevamente se está apoderando de todos los territorios en el estado y que este viene con todo para influir en las próximas eleccíones como ocurrió el pasado 2011.

Si fuera cierto que hay ya un reagrupamiento y que este en breve pudiera comenzar una nueva embestida criminal, entonces tendríamos que darle la razón ha quienes han asegurado que la estrategia federal contra la inseguridad aplicada en Michoacán por el Comisionado ha sido un total y rotundo fracaso. La paz y la tranquilidad de los ciudadanos no deben depender de la estancia de una persona o bien de la existencia de alguna comisión especial, lo que realmente debe prevalecer es la aplicación y la observancia irrestricta de la ley. Sería muy lamentable que el gobierno de la República hubiese fracasado en Michoacán en su obligación por darnos la seguridad ha la que tenemos derecho los ciudadanos.