Itinerario político
La invitación del Padre Goyo me llegó por mensaje: “voy a Chucándiro, Mich., a comer con el Padre Pistolas, acompáñame.”
R- ¡Guau!, que buena onda el Padre Goyo, mi Santias, ¿o te ve con hambre?
S- No pierdes el paso para dar lata ¡Chinche perro!… ¡No!, no me ve hambriento,… más que de querer cambiar las cosas. México no lleva buen rumbo y él, al igual que millones de mexicanos lo sufrimos diariamente… Lo que Goyo quería es platicar conmigo su plan de desarrollo que contempla las 5 “C”´s, lo cito: 1.- Capacitar, 2.- Concientizar, 3.- Capitalizar, 4.- Certificar, y 5.- Comercializar; a las que yo de metiche, añadiría la 6.- Coordinar. La idea es construir una organización “inteligente” que al servicio de la gente y con la gente, les permita, a todos, con el fruto de un trabajo honesto tener acceso a una vida digna fundamentada en la projimidad, en el trabajo colaborativo, en una visión de unidad comunitaria que reconoce la globalización, cuidando nuestros recursos y a nuestra gente con una identidad nacionalista que nos una dando fuerza a la República, para, con la fuerza de la organización y la suma de voluntades construir formas de vida solidarias donde la comunidad se preocupe del individuo, en tanto el individuo aporta generosamente a la comunidad y podamos, así, vivir con la dignidad que merecemos todas las personas y por ende ser felices.
R- ¡Guarraguauuu, mi Santias, suena chingona la propuesta del Padre Goyo.
S- Sin duda, mi Rufo, pero sobre todo: ¡Es propuesta!, en este país de críticos, políticos mentirosos, gobernantes tranzas y todólogos, escuchar buenas propuestas de cómo hacer las cosas con un sentido humanista y nacionalista, es refrescante.
R- Guau, ¿y el Padre Pistolas?, mi Santias.
S- Todo un personaje, mi Rufo. Llegamos Goyo y tu servidor a la parroquia de Chucándiro, entramos a una construcción viejísima y bella, vestida con columnas de cantera que delimitan el pasillo donde el techo se sostiene con trabes de madera. En el patio central destaca una, no sé cómo llamarla; una obra de herrería color verde, la que representa a un hombre donde la cabeza es un sombrero vaquero, el cuerpo una guitarra, el vientre un cáliz y en las manos unas pistolas , bueno, en realidad es solo una pistola, porque la otra se la robaron unos priístas, comentó con desparpajo y riéndose Alfredo Gallegos, El Padre Pistolas; un hombre de 1:95 mts, de caminar desgarbado, vestido de negro y con botas vaqueras, como las simuladas en la “obra” artística del patio. Al entrar, el Padre llevaba en la mano un vasito de nieve: “que disfrutaba mientras llegábamos”, explicó… ¡Me cayó bien!
La comida: un rico mole con arroz, previos tequilas de aperitivo. La charla, en contra de mi expectativa tomó el rumbo de la anécdota, del chiste, del comentario ligero sobre conocidos comunes y sobre lo que pasa en México, pero sin profundizar en el meollo: la pobreza, la dependencia de los gringos, la corrupción, el crimen y una Iglesia dormida en sus laureles; hasta que Pistolas nos compartió parte de lo que es su inquietud y para lo que espera respuesta:
A estas alturas del partido ya eran las 5 de la tarde, por lo que, para ir a celebrar la Santa Misa se despidió el Padre Pistolas. Nos despedimos Goyo y su servidor y tomamos el camino de regreso, no sin antes señalar la necesidad de volvernos a reunir para sumar objetivos y hacer un plan que: con el liderazgo que caracteriza a los llamados: “Hijos desobedientes de la Iglesia” y junto con la gente, continúe el cambio… Continuará ¡Así de sencillo!