¿Qué nos jugamos?
“Desde Disneylandia”
Uruapan, Michoacán, 20 de diciembre del 2014
Por primera vez viajé a USA cruzando por Tijuana; la locura chico, aun teniendo visa, necesitas pasar por migración y conseguir un permiso,… después de hacer una cola inmensa.
El procesos no tendría nada de particular y casi sería soportable, si no fuera porque tienes que lidiar con “oficiales’ de migración cuyo perfil y bajo nivel educativo les lleva a sentirse poderosos y por ende se convierten en pequeños déspotas que mitigan sus miserias pisando a mexicanos… Por cierto, llama la atención que estos pequeños “oficiales” no son güeros ni de ojo azul, sino más bien parecen asiáticos o mexicanos, para lo que aplicaría aquello de que: para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo; es decir, para tratar con la punta del pié a los mexicanos, nada mejor que otro mexicano.
Una vez cubierto el enfadoso y estresante trámite del permiso para ingresar a USA, el primer mundo se abre ante tus ojos, con autopistas de cuatro y seis carriles, sin baches, con un montón de puentes, pasos a desnivel y centros comerciales, los norteamericanos, cual hormigas amaestradas, recorren sus caminos sin exceder de las 65 millas de velocidad marcadas por la ley.
La llegada a casa de mi hija, después del estresante cruce de frontera, fue lindo, su casita, recién comprada parece de cuento. De dos aguas, en un suburbio tranquilo, con luces navideñas y arboles iluminados por todos lados, no solo nos recuerdan que estamos en días de fiestas, sino que cuando hay educación, respeto, orden y cultura, la convivencia entre las personas es más agradable.
Hablando de educación y cultura, pocas cosas tan impactantes como el manejo de personas en Disneylandia ¡Pues sí!, ni modo de visitar USA y no ir a Disney; el punto es que, siendo uno de los parques de diversiones más importantes y populares del mundo, está atestado de gente, miles y miles de personas de todas las razas, sabores y colores se mezclan en lo que yo definiría como una lección para la humanidad. Ver japoneses, indios, iraníes, rusos, gringos y mexicanos juntos, con el interés común de divertirse con sus familias, debería mostrarnos que somos una sola raza, la raza humana y que en la convivencia y colaboración está la respuesta y solución a nuestros problemas y diferencias, no en la explotación, ni en el abuso, mucho menos en las guerras e invasiones… Visto desde esta perspectiva, el mundo debería ser gobernado por un individuo como Walt Disney y no por los payasos que hoy nos gobiernan, quién tuvo la visión de construir un proyecto que sustentado en el legítimo deseo de divertimos, nos hermana y une a todos los pueblos.
Decía que miles de personas estaban en Disney, lo que obliga a un excepcional manejo de las masas para conducirlas y, sin chocar unos con otros, satisfacer el deseo de cada uno de acceder a un juego o evento, en donde el único requisito, una vez pagado un boleto de aproximadamente un mil quinientos pesos, te permite acceder a todo… Miles de personas, pagando mil quinientos pesos diariamente por entrar, más lo que gastes en bebidas y alimentos, hacen de Disney un gran negocio… Lo que me lleva a compartir contigo un sueño estimado lector: El de tener una platica con los Sres. Bours, dueños de Bachoco, para hacer en Michoacán un parque de diversiones temático, dónde un pollo sea el anfitrión y se genere una economía paralela que se nutra del turismo, que dispare la economía regional y dé balance a los proyectos de industrialización que hoy no ocupan. Un proyecto divertido, para divertir y hacer negocio… ¡Así de sencillo!
Santiago Heyser Beltrán