Poder y dinero
El optimismo es un componente y una orientación fundamental del alma humana, tiene influencia fundamental en la vida. Pero, ¿Podemos todavía ser optimistas?
En un artículo del TIME, pleno de interés y claridad, TaliSharot piensa que al parecer, nuestro cerebro está hecho para planear un futuro feliz, para el optimismo.
“Pensar positivamente de nuestro futuro. Debemos ser capaces de imaginarnos en el futuro”, afirma Sharot.
Es la utopía de un pueblo, es la ciudad ideal de Aztlán que buscaban los Aztecas, es la tierra prometida de los judíos, la patria celestial de los seguidores de Cristo.
Los médicos señalan el impacto positivo del optimismo en el sistema inmunológico y en toda la vida, que son pensamientos, sensaciones, emociones.
Las administraciones estatales, torpes e injustas de Michoacán, ¿Han hecho imposible un futuro risueño? ¿Nos han cegado la fuente del optimismo? ¿Tenemos inevitablemente que vivir con un futuro sombrío, sin perspectivas favorables, sin gozo? ¿Vale la pena una vida sin ilusiones, sin gloria?
¿Qué tanto nos pega la situación de descomposición social que aparece en la corrupción, desempleo, violencia, pobreza, devastación y unas autoridades alejadas del pueblo que nos pintan una realidad fantástica, en el sentido de cuentas alegres y de ficción.
Parece que estamos en una situación sin salida, México “se mueve”, pero se mueve donde mismo, como rueda de carreta que patina en el lodazal inmenso.
Hemos tenido la experiencia de muchos gobiernos que han sido magníficos en las promesas, que no han cumplida, o lo han hecho sólo en su realidad político virtual, para la publicidad, los discursos, para bien del tlatoani y de su pequeño mundo de privilegiados.
En lógica sana, los recursos humanos de servidores públicos, las administraciones públicas no podemos no dan para alcanzar el nivel de supervivencia y bienestar que anhelamos.
Cuando las seguridades humanos se muestran inútiles, ¿Qué podemos esperar?
Parece humanamente imposible el optimismo, esta fuente de energía y de vida plena.
Llevando estas tendencias de muerte hasta el extremo parece que vamos a una situación trágica.
¿En qué va a terminar realmente esta crisis larga, que parece invencible? Las finales de destrucción apocalíptica, total, se dan, el caos, el aniquilamiento.
Hay ejemplos de finales en países que no han resuelto sus problemas a tiempo, como Siria, Iraq, Ruanda. Hemos visto tanto imperios que se han derrumbado, como el pueblo Romano. Hay civilizaciones entre nosotros que han desaparecido como los Olmecas y los Mayas.
¿Podemos vivir con esperanza y con optimismo?
Hay otra realidad que no podemos borrar de nuestro horizonte de vida, la muerte. Es inherente a la condición humana.
Cuando no se tiene fe, la muerte aparece como la destrucción total y definitiva, asociada a la fría soledad del sepulcro. La muerte es volver a la nada, desaparecer. Muchos católicos no tienen verdaderamente fe en la vida eterna.
El progreso humano tiene una energía que lo ha lanzado hacia adelante, es el deseo de vencer la muerte. Es una carrera obsesiva para detener ese momento fatal de la medicina, la química, la tecnología.
Se ha alargado el promedio de vida, aunque se han multiplicado las muertes por accidente y parecen enfermedades con complicaciones nuevas y que pegan más temprano. Pero la muerte no se podrá borrar definitivamente. El ser humano vive su ciclo y se va degradando hasta que la vida se extingue.
A pesar de todo, no podemos vivir sin una utopía, sin un paraíso, sin una meta maravillosa que hace brotar el optimismo como fuente que salta hasta la vida eterna.
El Maestro Dios, con su sabiduría altísima de Creador, con una larga experiencia histórica nos abre perspectivas inéditas y nos invita a esperar el mundo mejor. Es una presencia, una energía,la de aquél que nos dijo: no teman, yo he vencido al mundo. Quiere decir la corrupción, la soberbia, la mentira que hacen mundo desastroso y crean el caos y la crisis.
La fe en el mundo de las realidades definitivas, dela patria del cielo, de las realidades escatológicas, definitivas no dan un fundamento amplio y sólido para esperar.
Este mundo es precario, transitorio, valle de lágrimas. El hombre, en su ser material está lleno de limitaciones, de opacidades. La muerte se anida en su ser y lo corroe cada día.
Pero no debemos olvidar que somos peregrinos, que vamos de paso, que las realidades transitorias y mundanas nos dejan insatisfechos y sedientos. Nuestro verdadero destino se abre tras el velo de la muerte,
Es el único lugar donde se realizarán todos nuestros sueños de descanso, felicidad y gloria.
El Creador, por la fe de Jesucristo, nos da la energía psíquica y corporal para esperar un futuro mejor y construirlo hasta que se consume el Reino de Cristo el Reino de la gloria, el descanso, el gozo y la paz.
El optimismo no se agota dentro de los límites de este mundo de limitaciones y muerte, se abre al horizonte radiante de la realidad total, de la inmensidad y la inmortalidad.