Mario García, no apto para la generación de cristal
El mejor libro de civismo que he leído, es: El Manual del Ciudadano Contemporáneo de Ikram Antaki (Ariel).
En este libro, Ikram (qpd), nos habla de: “Entre nosotros hay un peligro grave: La gente está buscando un déspota (RAE: Déspota: 1- Soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna. 2- Persona que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su poder o autoridad.). La determinación del déspota inspira más seguridad que la libertad de los ciudadanos. El populismo habla de la parte visceral del pueblo, no inventa, parte de cosas reales. Frente a esto, solo tenemos el discurso para asimilar el desastre (Hoy, en mi opinión, en México gobierna un minidéspota que reconoce y por tanto acepta, que la corrupción es cultural). Todas las tristezas son soportables si hacemos de ellas un relato, pero ¿Cómo construir un mito a partir de la indiferencia que destruye una esperanza, o a partir de un suspiro que desprecia y que desalienta el sueño? El tiempo no es propicio para el liberalismo integral.
El liberalismo fue, en su origen, una idea de izquierda, una idea progresista defendida por David Hume y, ante todo, por Adam Smith, en Inglaterra; en Francia fue defendida por Montesquieu y por la mayoría de los enciclopedistas y fisiócratas. Toda sociedad capitalista funciona regularmente, gracias a sectores sociales que no están animados por el espíritu de ganancia. Cuando el funcionario, el soldado, el magistrado, el cura, el artista, el sabio, son dominados por el espíritu de la ganancia, la sociedad se colapsa y toda forma de economía se ve amenazada. Smith decía: “en el espíritu comercial, las inteligencias se encogen, la elevación del espíritu se vuelve imposible, se desprecia a la instrucción”. Es necesario impedir que el espíritu comercial, propio de la esfera mercantil, se extienda a los sectores no mercantiles, tales como la información, la educación, la justicia, la ciencia, el arte, la religión, etcétera. Debemos decir SÍ a la economía de mercado y NO a la sociedad de mercado. El mercado es un buen servidor y un mal amo. A la vez, tenemos que reforzar y modernizar el Estado (hoy lo estamos adelgazando con las “Reformas”) y defender el servicio público (honesto, generoso, comprometido y eficaz). La urgencia no es forzosamente la de las reformas económicas, es la de la reforma ideológica.”
La primera impresión del “Manual del Ciudadano Contemporáneo” fue en el año 2000, hoy siguen vigentes las alertas y recomendaciones de Ikram en un México en que gobierno y congresistas empujan en sentido contrario, viendo la corrupción como algo cultural y casi natural, no de gratis en el PAN le aplaudieron al diutado Alberto Villarreal y en el PRI al exGober Precioso… ¡Así de sencillo!