Ni meme, ni expresión religiosa
Qué difícil tema el de la drogadicción en las escuelas; si aplicas el reglamento y expulsas a los involucrados, los marcas y limitas la posibilidad de rescatarlos…
Empecemos por un par de definiciones: el que se droga es un pendejo, solo así se puede calificar, al margen de justificaciones, a quien se daña solo; el que promueve, “vende” o comercia con drogas, es un delincuente que se aprovecha de la debilidad de los pendejos. Ahora volvamos al problema de que hacer: En general, los reglamentos escolares señalan que se debe dar de baja definitiva al alumno que se le encuentre consumiendo o portando droga; eso me parece bien, reconociendo que un entorno ideal deberíamos hacer algo por quienes están metidos en el problema, para rescatarlos. El problema es de recursos, de vocación y de valoración, las escuelas no están orientadas a “rescatar” drogadictos y el riesgo de que las manzanas podridas contaminen a las manzanas buenas es muy grande y no se puede asumir, la responsabilidad que se tiene con los padres, que confiando en la institución educativa “depositan” a sus hijos bajo el cuidado de docentes y directivos, obliga a una respuesta tajante: ¡No se les puede arriesgar, el cáncer debe ser extirpado! Por eso, en mi opinión, el joven que sea detectado portando o consumiendo drogas, debe ser expulsado… Correspondería a las autoridades y a instituciones como el DIF, asumir programas de rescate de estos jóvenes para reinsertarlos, ya curados, dentro de la sociedad.
Respecto a quienes promueven el consumo o comercian con droga, como expresé, al margen de su edad son delincuentes y deben ser reportados a las autoridades, pero también son jóvenes y quizás víctimas de una sociedad que con la corrupción política y social vigente, ha permitido, por apáticos, cómplices, flojos y cobardes, la proliferación de enfermedades sociales como la explotación de niños y jóvenes y como resultado final su corrupción ¿Debe esta sociedad indolente, simplemente castigar al adolescente que delinque, o debe recuperarlo?; la respuesta es obvia, pero las acciones no lo son, la sociedad, al igual que algunos docentes, busca desquite y venganza, no redimir; en mi opinión, porque eso parece purificarnos a cada uno en nuestros propios pecados olvidando nuestra irresponsabilidad; en otras palabras, con esa actitud punitiva queremos lavar nuestros pecados sociales y nuestra responsabilidad en estas expresiones de una sociedad enferma.
Los caminos, en mi opinión son diversos: 1.- Dejar de lado la actitud permisiva que hoy, desde Derechos Humanos se profesa y que lesiona la posibilidad de poner orden, premiando en ocasiones al agresor sin defender a la víctima. 2.- Castigando al que delinque, sin excepciones y 3.- Con una institución especializada, asociada al sistema penal, enfocada a rescatar a jóvenes delincuentes…
¿Pero qué hacer en las escuelas?, en mi opinión construir estrategias preventivas ingeniosas, una de ellas, involucrar a los alumnos en riesgo en actividades productivas, dándoles un lugar que les permita reconstruir su autoestima para que se ayuden solos; otra, construir puentes de diálogo entre docentes y directivos con los alumnos en problemas, para ayudarlos en forma personalizada y finalmente: informar a todos, padres de familia incluidos, del reglamento y de la posición institucional de no permitir, ni una vez, fallas en este renglón… ¡Así de sencillo!